Al interior
hallamos un notable número de capiteles de bella labra. He recogido
una muestra que entiendo significativa de los mismos. Encontramos capiteles
decorados con roleos al estilo de lo visto en Loarre, Frómista,
Nogal
de las Huertas, etc. Todo ello siguiendo el motivo
de Toulouse y Moissac (Imágenes 14 a 16).
Aquí los róleos son mayores y las cestas se decoran además
con bolas. Otros son de corte
clásico a base de palmetas y hojas de acanto; en ocasiones con
labra preciosista, dejando las hojas al aire. El de la
imagen 12 es de hechura muy similar a otro de Jaca.
También
hallamos aves. Algunas intentando zafarse de los entrelazos al igual que
las almas con las que coexisten. La simbología es la misma. Liberarse
de las ataduras para poder volar hacia el cielo (Imagen
1). Otras tienen un matiz exótico, orientalizante,
como las de las imágenes 8 y 9.
No podía faltar el episodio de Sansón desquijarando al león.
Aquí lo vemos en la imagen 6 con larga melena al viento mientras lucha con la fiera. El estilo de esta
pieza lo lleva más hacia lo visto en el entorno de Aguilar de Campoo
que a las imágenes de personas y leones de Jaca-Loarre-San Zoilo
de Carrión.
Otro curioso capitel
es el de la imagen 5, de corte clásico, que parece recrear un combate entre esclavos
mientras dos señores lo contemplan. ¿O quizá es representación
de la lucha leonesa?. También
merece la pena fijarse en el de la imagen 3,
de agradable textura y favorablemente iluminado al amparo del coro. Dos
figuras desnudas luchan contra sendas serpientes que seres demoníacos
azuzan contra ellos. En lo alto un pequeño individuo carga una
ballesta (equiparable el ballestero con ser maligno que puede matar a
distancia) con grandes esfuerzos. Pero llamo la atención sobre
él porque el perfil de la persona en cuclillas de nuestra izquierda
es primo hermano del visto en la cripta de Sos
del Rey Católico, también de la
mano -evidentemente- del maestro Mateo.
La decoración
de los ábacos es tan dispar como la temática de los capiteles.
Los encontramos sencillos sin más decoración que una fina
moldura, con bolas en sus ángulos, decorados con palmetas, ajedrezado
jaqués o botones florales. Todo un muestrario de lo que aquella
gente sabía hacer.