LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO

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-BARRIOS DE LA COLINA. MONASTERIO DE SAN JUAN DE ORTEGA (Cont.)-



UTM 30T 464061 4691599 940 m

(BURGOS)

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Ya en el interior, tras traspasar el umbral de la portada, nos hallamos en el sotocoro, espacio situado bajo el coro y que está flanqueado por dos descomunales pilares que lo separan del transepto. Este sotocoro sustituye lo que era la nave central; tanto ésta como las laterales son de un solo tramo y datan del siglo XV. Al tramo central del transepto y a la capilla central sólo se puede acceder a la hora de la celebración de misa pues está enrejado imagino que para proteger el estupendo baldaquino del gótico isabelino del siglo XV que presenta relieves de la vida de san Juan de Ortega.

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El muro este del transepto se halla dividido en 5 tramos por columnas adosadas con capiteles (unos vegetales, otros figurados) sobre los que apean las gruesas nervaduras de las bóvedas. El tramo del centro es más amplio y es el que da acceso a la capilla central. En el primer tramo de nuestra derecha se localizan dos de los capiteles historiados de este templo, aunque mucho menos conocidos y famosos que sus primos del “Milagro de la luz”. Situado en el ángulo que hace esquina entre el muro oriental y el meridional del transepto vemos uno de ellos, de dos caras vistas, donde se representa la Anunciación con un ángel que perdió sus alas en algún momento de su viaje (como sucede en la Anunciación de la catacumba de santa Priscilla del siglo II, en Roma), ángel que además de tener una mano derecha descomunal y unos dedos taaaaaaaaaan largos que podría usarlos como caña de pescar, lleva capa y parece estar calzado. En la Visitación, Isabel situada a la derecha posa su mano sobre el vientre de María. Ambas escenas están enmarcadas por arcos de medio punto sobre los que se sitúan los edificios de la Jerusalén celestial (Imágenes 15 y 16).

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Dividiendo este primer tramo derecho del segundo (que da acceso a la capilla de la epístola) una columna entrega se adorna con el segundo de los capiteles historiados, una lucha entre guerreros: el de la derecha, que no lleva cota de malla, pero sí casco protegiendo su cabeza, va montado a caballo con la espada colgando del cinto apoyándose en el flanco del animal y el escudo normando en su mano ¿izquierda? El guerrero de la izquierda combate a pie; éste sí que viste cota de malla, casco, escudo normando y blande desenvainada su espada. (Imágenes 17 y 18).

El transepto es de gran altura, con bóvedas de crucería sencillas sobre las que se inscriben gruesos nervios; tanto en la pared septentrional como en la meridional se abren dos óculos que aportan luminosidad al templo.

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Con respecto a la cabecera, las 3 capillas presentan bóveda de cuarto de esfera (o de horno) apuntada y el acceso a ellas se realiza a través de arcos apuntados. La capilla central está compartimentada en cinco tramos gracias a cuatro columnas entregas o adosadas sobre las que apoyan capiteles vegetales y sobre los cuales descansan los cuatro gruesos nervios de refuerzo de la bóveda que se unen en la clave de la misma, solución que parece casi protogótica y que también veremos en la iglesia de la Asunción en Duratón (Segovia) entre otros lugares. Seguimos con este ábside central para llamar vuestra atención sobre lo que al exterior eran tres simples vanos rasgados, porque al interior las ventanas absidales se sueltan la melena y diez arquivoltas escalonadas conforman un llamativo abocinamiento.

La capilla lateral derecha, la de la Epístola, es toda de sillería; como decoración presenta dos molduras horizontales corridas, y centradas vemos dos pequeñas ventanas aspilleras que asemejan una ventana geminada pero vistas desde el exterior son claramente dos aspilleras.

La capilla del Evangelio parece ser que está reconstruida. Sólo presenta sillería en la bóveda; los muros son de sillarejo sin molduras ni ventanas (esto último lo he leído de algún autor y me lo creeré pues el retablo tapa cualquier oportunidad de salir de dudas). Es en el acceso a esta capilla donde están representados los famosos capiteles del “Milagro de la luz”, que con la luz del sol poniente se iluminan durante los equinoccios de primavera y de otoño a eso de las 5 pm hora solar, comenzando por la escena de la Anunciación y finalizando en la del Nacimiento.

En el capitel de la ANUNCIACIÓN el ángel aparece arrodillado portando un báculo rematado en una cruz patada de tradición hispanovisigoda. María, como es habitual, con las palmas de las manos vueltas hacia afuera. (Imagen 21)

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En la VISITACIÓN Isabel, de aspecto manifiestamente más envejecido que María, posa su mano izquierda en el vientre de su prima. Una doncella, aunque procedente de la anterior escena, parece acompañar a la Virgen en su visita (escena de la doncella que se repite en la portada norte del templo burgalés de San Quirce).

En EL SUEÑO DE SAN JOSÉ ¡¡cómo no!! encontramos al bueno de José durmiendo reposando su cabeza en su mano derecha. Lo tierno de la escena es la manera en que el ángel reclina su cabecita para apoyarla leve e imperceptiblemente sobre la de San José posando su mano derecha sobre la cabeza del padre putativo y la izquierda, como quien no quiere la cosa, se introduce en la siguiente escena, la del Nacimiento, tocando los pies del Niño que está en la cuna. (Me da a mí que los pies del ángel son esos que asoman a la izquierda por debajo de la camita).

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En la escena del NACIMIENTO María yace en su jergón mientras es atendida por una de las parteras (según el apócrifo preudomateo 2 parteras atendieron a María: Zelomí y Salomé; la segunda se halla a la vuelta del capitel como ya se intuye en la Imagen 22. El pesebre con el Niño…….en el piso superior del Duplex; la estrella, sobre el lugar donde descansa el bebé; el ángel de la escena del sueño de José sobrevuela el pesebre (no olvidéis sus piececitos bajo la cuna), mientras a la derecha observamos una tabla en el techo de la que penden tres lámparas de aceite que alumbran el escenario.

Por último aparece el ANUNCIO DEL ÁNGEL A LOS PASTORES, bueeeeeeno en realidad a un solo pastorcillo, que no caben más en una sola cara de un capitel, aunque ovejinas sí que hay unas cuantas. (Imagen 23)

Ángel Almazán comenta en su artículo “Santo Tomé-Santo Domingo de Soria: sus enigmas (3)” el enorme parecido que existe entre el Nacimiento de San Juan de Ortega y el del baldaquino de San Juan de Duero (Soria capital) así como entre la Visitación de San Juan de Ortega y la de la tercera arquivolta de la portada de Santo Domingo (Soria capital), imágenes de nuestro amigo Omedes para este artículo (¡¡gracias maestro!!). (Imágenes 24 a 27)

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Para Esther Lozano López, gran conocedora de la portada de Santo Domingo de Soria (no en vano su tesis doctoral se fundamenta en ella), la iconografía de estas últimas escenas seguramente esté basada en algún icono o en alguna miniatura procedente de Bizancio.

El último capitel figurado que hallamos en el interior de San Juan de Ortega está situado en el pilar izquierdo del acceso a la capilla central rodeado de capiteles vegetales: dos parejas de grifos afrontados entre los cuales se sitúa un estilizado vegetal con ¿frutos? ¿flor? (Imágenes 28 y 29) El resto de los capiteles del templo son vegetales, alguno de ellos francamente bonito. (Imagen 30)

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Este artículo no puede finalizar sin hablar del sepulcro tardorrománico que nunca fue utilizado por los restos de San Juan de Ortega. Mide 180 x 92 x 74 cm. Tras varias ubicaciones, alguna de ellas peligrosa para su salud, en junio de 2012 se hallaba expuesto, sano y salvo, en la capilla renacentista de San Nicolás. La tapa es algo más larga que la caja del sepulcro, y está rematada a dos aguas o vertientes. En los laterales de la tapa está labrado un friso vegetal enmarcado superiormente por entrelazos de cestería e inferiormente por dientes de sierra incisos. (Imágenes 31 y 32)

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Una de las vertientes de la tapa se muestra sin terminar: seis círculos de los que tan sólo dos de ellos poseen decorado su interior, el primero con una arpía inacabada (arpía que descubrió Quique Segura al comentarle yo que algún autor hablaba de seres monstruosos, sin especificar cuáles) y el segundo con motivos de cestería. (Imagen 33)

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En la otra vertiente se representa al difunto santo en su lecho, mientras su alma es transportada al cielo en un paño que sostienen dos ángeles psicopompos. Flanqueando la escena vemos cinco figuras a cada lado, cobijadas por arcos de medio punto. Los personajes de la izquierda, de pie, portan báculos; los de la derecha, sentados, unos con libros en su regazo, otros con recipientes (¿para ungir el cadáver?) mientras que el más cercano a la escena aparece incensando el cuerpo del santo (Imágenes 34 a 36).

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Las caras laterales de la tapa se adornan con motivos vegetales, uno de los cuales remata en una cruz recruzada. (Imagen 37). En el frente de la caja del sarcófago se representa el Pantocrator rodeado del Tetramorfos alado dispuesto según la distribución del profeta Ezequiel: a la derecha de la Maiestas, el hombre, San Mateo, y el león, San Marcos; a la izquierda, el águila, San Juan, y el buey, San Lucas. (Imagen 38). El enmandorlado Pantocrator porta nimbo crucífero, bendice con la diestra y porta el libro cerrado en la siniestra. Seis apóstoles tonsurados a la izquierda de la escena y otros tantos a la derecha, cobijados por arcos de medio punto sobre los que asoman los edificios de la celestial Jerusalén.(Imágenes 39 y 40)

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En la cabecera de la caja se ha esculpido un Agnus Dei que porta lábaro rematado en cruz. El Cordero está inscrito en un círculo sostenido por cuatro ángeles. (Imagen 41)

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A los pies de la caja, la imagen es probablemente la de san Martín a caballo partiendo la capa, por aquello de la generosidad y de que el monasterio de San Juan de Ortega estaba dedicado a socorrer y asistir a los peregrinos de la ruta jacobea entre Burgos y Logroño. (Imagen 42)

La cara posterior del sepulcro no muestra ornamentación (eso he leído porque no lo he podido comprobar en persona ¡¡¡pesa un quintal y medio!!!) lo cual parece indicar que en su construcción ya se pensó en dejarlo ubicado pegadito a una pared.

Y que más de uno y más de dos os preguntaréis acerca de los milagros atribuidos a este santo, en vista de lo cual os cuento un par de ellos extraídos del artículo “La romería al santuario jacobeo de San Juan de Ortega (Burgos)” de Jaime Valdivielso Arce:

“Después de su muerte, que llegó allá por el año 1161, los canónigos regulares de San Agustín que ocuparon su monasterio, fueron los encargados de difundir y fomentar su fama de santidad y sus milagros. Entre éstos cabe destacar que, al menos en dos ocasiones y según la tradición, surgieron las abejas como elemento testimonial del celestial prodigio. Al parecer, la primera vez fue cuando se intentó trasladar el sepulcro del santo desde la capilla de San Nicolás a la iglesia monástica. En aquella ocasión surgió sobre la multitud que esperaba el acontecimiento un enjambre de abejas blancas que llenó de emoción los corazones y de un maravilloso aroma el recinto del templo. En aquella ocasión -dicen- el cuerpo del santo se pegó como una lapa al suelo y se negó a que le movieran del lugar donde se encontraba.

La segunda vez fue con motivo de la presencia de la reina Isabel la Católica, que acudió al sepulcro de este santo húrgales en demanda de descendencia, pues corrió la fama de que intercedía en favor de las mujeres estériles o deseosas de tener hijos. Se dice que en presencia de la reina de Castilla, abrieron el sepulcro del santo y nuevamente surgieron de su interior las abejas blancas, mientras los asistentes contemplaron cómo, en el interior, a pesar de que no quedaba más que el esqueleto del santo, su corazón permanecía fresco y húmedo, como si acabara de cesar de latir.

Estos milagros, más otros realizados en vida -milagros en los que se unen en natural simbiosis el peregrinaje y la construcción- están presentes en el cenotafio isabelino de alabastro que preside su santuario”.

 

(Fotografías y texto: Cova Cañas)

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