LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO

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-SAN MIGUEL DE CORNEZUELO. IGLESIA DE SAN MIGUEL-

UTM 30T 440895 4749766

(BURGOS)

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San Miguel de Cornezuelo es una localidad situada en el NO de Burgos, en el valle del Manzanedo, a orillas del Ebro. El acceso se realiza por la carretera N 623, Burgos-Santander hasta pasar Escalada, donde se toma el desvío que conduce a Arreba. A unos 8 km se encuentra el pueblo.
La iglesia de San Miguel Arcángel se halla a la salida, en dirección a Manzanedo rodeada de prados y vegetación. En la fuente que allí brota abreva el ganado. No se me olvida que el día en que la visitamos, 9 de Agosto de 2004, unas vacas que deambulaban por los alrededores nos impedían el paso y, porque no decirlo, nos dieron un buen susto. Tras ser reagrupadas por el pastor, quedó como anécdota para el recuerdo. Otra anécdota que sirve de consejo para quien la visite es que pida las llaves en el pueblo antes de ir al templo. Por no hacerlo, tuvimos que regresar y buscar la llave en diferentes lugares porque exactamente no se sabía quién la tenía. Es de destacar la amabilidad de todas las personas a quienes preguntamos y en especial de la señora que nos acompañó en la visita que dejó su sesión de peluquería por hacerlo.

Son escasos los datos históricos que se poseen. Parece que su origen estuvo ligado a un monasterio. Se le atribuye una cronología similar a la iglesia cercana de Crespos (1143); los años finales de la cuarta década o los iniciales de la quinta del S XII. En el muro meridional de la nave se halla una inscripción borrosa e incompleta que dice:



ERA MCCXXXIII:
MARIA :OBIT FAM (V)
L


Este epitafio, grabado con posterioridad a su erección, deja constancia del fallecimiento en la era de 1238 (año 1200) de la sierva de Dios, María.

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Es un templo litúrgicamente orientado, levantado con excelente sillería de caliza local, que manifiesta una tradición por la cantería que aún se mantiene viva en el pueblo. Sin duda esta es la causa de su buen estado de conservación.
Su planta de una sola nave, con ábside semicircular, precedido por presbiterio, su alzado y decoración son idénticos a la de Crespos, con algunas diferencias , como la mejor arquitectura de esta y la portada en el hastial de poniente. A la construcción original se le adosaron posteriormente: una estancia con función de baptisterio (en la que existe una pila con trazas románicas que no vimos), el cubo de acceso a la espadaña, un pórtico rehecho en el S XX y una sacristía en la cara norte del ábside (Imagen 3).
Al exterior la unión entre el presbiterio y el hemiciclo está marcado por sendos estribos anchos y con remate escalonado en la línea de los canecillos de la cornisa. El tambor absidal se refuerza con dos contrafuertes con las mismas características que los anteriores, que en este caso sustituyen a las semicolumnas adosadas habituales en otros templos, y lo dividen en tres lienzos. En el central se abre una ventana, abocinada al interior, rodeada por arco doblados de medio punto de baquetón y guardapolvos de billetes. Los capiteles de las columnillas se decoran con leones afrontados. En los canecillos del ábside predominan los animalísticos reconocidos o monstruosos. Entre ellos destacan un hombre portando un barrilito y una figura humana sacando el tórax (
Imagen 2).

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En el muro sur del presbiterio encontramos canecillos lisos, un ciervo y dos muy curiosos por su tema (Imagen 6). En uno de ellos se ve una clara ostentación del sexo femenino. Una mujer en la que se insinúan sus senos y con cofia de casada, ostenta su sexo. Se coge las piernas por las corvas tirando de ellas hacia arriba hasta que sus pies sobresalen de los hombros. Su labra es tosca; sus manos son desproporcionadas con las partes restantes del cuerpo. Este canecillo denota que hasta este lugar llega la influencia de la iconografía sexual o erótica que se extiende por el sur de Cantabria, con Cervatos a la cabeza, norte de Palencia y norte de Burgos (Imagen 5).
En otro aparece la iconografía juglaresca: un músico juglar toca la vihuela. Aunque su factura es muy tosca, es uno de estos instrumentos mejor conservados y se pueden apreciar todas sus características y formas. Aparece en posición sedente, apoyando el instrumento en el hombro, con la mano derecha acerca el arco a las cuerdas. Las manos también tienen un tamaño desproporcionado. El cabello lo tiene muy erosionado. Parece que viste sayal corto, que al estar sentado le llega hasta las rodillas (
Imagen 7).

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A los pies, en el muro oeste se encuentra la portada abocinada y con gran amplitud. Consta de cuatro arquivoltas de medio punto de escaso resalte, rematadas por guardapolvos ajedrezado. Dos parejas de columnas acodilladas reciben las arquivoltas. Los capiteles sobre los que apoyan representan los del lado derecho, un león atacando a un cuadrúpedo, el interior, y una pareja de leones afrontados con una sola cabeza. En el lado izquierdo el exterior está muy deteriorado y el interior presenta un águila descabezada con las alas explayadas sobre tosca hoja de puntas rizadas. Estos motivos son los mismos que vimos en la portada de Crespos, obra de talleres cántabros que trabajaron en numerosas iglesias de estos valles (San Martín de Elines, Raicedo, Bolmir, Santillana del Mar, Cervatos, etc). La imposta de capiteles y jambas están decoradas con hojas lobuladas, inscritas en tallos anudados, cestería y tallos entrelazados (Imagen 1).

El rudo tímpano se compone de tres piezas. La inferior es una gran losa de mármol, a modo de dintel, decorada con una esquemática y torpe representación del Árbol de la Vida cargado de frutos, rodeado de tosco taqueado. Sobre esta pieza se sitúan los dos restantes. A la derecha del espectador, un león ataca mordiéndole el brazo a un infante barbado que se defiende esgrimiendo una enorme espada. A la izquierda se grabó una cruz patada. La ejecución es desafortunada y propia de una tradición local, más propia de canteros que de escultores. Iconográficamente tiene cierto interés: el árbol cargado de frutos y la cruz que aluden a la Salvación; el hombre atacado por el león pudiera referirse a la suerte del pecador (
Imagen 4).
Al igual que en Crespos , en el interior lo más significativo es la cabecera. Se compone de tramo presbiteral y capilla absidal, ambos de la misma anchura (
Imagen 9).

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El presbiterio se cubre con bóveda de medio cañón, reforzada por dos arcos fajones. El que hace las veces de arco triunfal es doblado y sencillo el que da acceso al hemiciclo, cubierto por bóveda de horno. Ambas bóvedas parten de una imposta abilletada y los arcos apean en semicolumnas adosadas, cuyos capiteles repiten los temas de los vistos en Crespos.
Otra imposta ajedrezada corre bajo la ventana absidal e invade las columnas interiores, articulando el paramento en dos pisos. En el inferior una arquería ciega compuesta de dos arcos a cada lado del presbiterio y seis en el ábside. Son arcos de medio punto decorados por grueso y tosco baquetón. Las columnas de fuste liso poseen capiteles en mejor estado de conservación que los de Crespos. Casi todos animalísticos (
Imagen 10), exceptuando una deteriorada exhibicionista de piernas flexionadas, mostrando su sexo, similar al canecillo del exterior y a los de Cevatos. Todos presentan una ruda y tosca labra. En el muro sur del ábside y de la nave se abrieron con posterioridad tres ventanas adinteladas
La nave tiene cubierta de madera a dos aguas. A los pies de ella un coro de madera nos permite una bella imagen (Imagen 8).
Es uno de los templos donde por su humildad, ubicación y rusticidad hacen evocar las penas y alegrías que sus piedras han presenciado. "Si las piedras hablaran..."

(Fotografías y texto: Carmen Baena Yerón

Diseño y mantenimiento web: "romanicoaragones.com")


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