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"La basílica
de Santiago tiene de longitud 53 alzadas de hombre, a saber, desde la
puerta occidental hasta el altar del Salvador. De anchura, en cambio,
es decir, desde la Puerta Francesa hasta la del mediodía, tiene
39. Su longitud y anchura por fuera no hay quien pueda saberlo. La iglesia
en sí consta de nueve naves en la parte inferior, y seis en la
superior y una capilla mayor, en la que se halla situado el altar del
Salvador, y una girola y un cuerpo y dos brazos, y otras ocho capillas
pequeñas más, cada una con su respectivo altar.
Hemos de explicar que de las nueve naves, seis son pequeñas y
tres grandes. La primera nave, la principal, va desde la puerta occidental
hasta los pilares centrales, que en número de cuatro, sustentan
toda la iglesia, y tiene una navecita a la derecha y otra a la izquierda.
Las otras dos naves grandes se hallan en los dos brazos: la primera
se extiende desde la Puerta Francesa hasta los cuatro pilares del crucero
de la iglesia; y la segunda, desde los mismos pilares hasta la puerta
meridional. Estas dos naves tienen a su vez dos navecillas laterales.
Las tres naves principales alcanzan hasta el techo de la iglesia, mientras
que las seis pequeñas alcanzan sólo hasta las medias cimbras.
Las naves grandes tienen todas ellas una anchura de once alzadas y media
de hombre. Hemos de explicar que una alzada de hombre son justos ocho
palmos. En la nave mayor hay 29 pilares: 14 a la derecha y otros tantos
a la izquierda, más otro en el interior, entre los dos portales,
mirando al aquilón, y el cual separa los ciborios. En las naves
del crucero, por otro lado, es decir, desde la Puerta Francesa hasta
la del mediodía, hay 26 pilares: 12 a la derecha y otros tantos
a la izquierda, y dos delante de las puertas en el interior, los cuales
separan los ciborios y los portales.
En el ábside de la iglesia hay otras ocho columnas exentas, entorno
al altar de Santiago. Las seis naves pequeñas de arriba, en el
triforio de la iglesia, tienen la misma longitud y anchura que sus correspondientes
que están debajo de ellas. Por uno de los costados están
soportadas por muros, y por el otro, por pilares que desde abajo, desde
las naves grandes, ascienden hacia lo alto, y por unos pilares dobles,
que los canteros llaman medias cindrias. En las naves de arriba hay
tantos pilares como en las de abajo, y arriba, en el triforio, tantos
arcos como abajo. Pero en las naves del triforio, entre pilar y pilar,
hay siempre dos columnas juntas que los canteros llaman cindrias.
En esta iglesia no hay grieta ni defecto alguno; está magníficamente
construida, es grande, espaciosa, luminosa, armoniosa, bien proporcionada
en anchura, longitud y altura, y de admirable e inefable fábrica.
Además, tiene doble planta como un palacio real. Quien recorre
por arriba las naves del triforio, aunque suba triste, se vuelve alegre
y gozoso al contemplar la espléndida belleza del templo."
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Una vez más recurro a la ineludible
fuente clásica de Aimerid Picaud para aproximarnos en sus palabras
al templo. Cuando te acercas al conocimiento de los templos románicos
por primera vez, es habitual pensar que estos son en general pequeño,
oscuros, mezquinos. Probablemente por el miedo de los constructores
a abrir vanos que debilitasen la fábrica y ocasionaran su ruina. Nada más lejos de la realidad.
Quizá ese estereotipo sirva para algunos templos rurales edificados
con tanto conocimiento como pretensiones; es decir, ninguno.
Lo cierto es que en época románica
el arquitecto era capaz de alcanzar grandes alturas en las naves a base
de aligerar y articular los muros, a la par que contrarrestaba sus empujes
por medio de naves laterales y triforios, utilizándolas para contrarrestar el empuje de la nave central como
más adelante se hará con los arbotantes góticos,
verdaderas naves laterales resumidas a un solo plano en el espacio.
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Santiago es armonía. Es integridad
atemporal de un plan definido desde el principio aprovechando todo el
conocimiento edificativo del momento cultural europeo. Incluso en su zona
occidental (imágenes 6 a 9) alzada por Mateo
en clave protogótica para evitar la ruina del edificio, compensando
el empuje del templo con la potente verticalidad de su obra de poniente -alzada a modo de gran contrafuerte-
que fue integrada con elegancia en el contexto general del plan primitivo.
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La armonía y las proporciones
están visibles -incluso sin entenderlas- en todos los puntos de
vista del templo. En esta iglesia no hay grieta ni defecto
alguno; está magníficamente construida, es grande, espaciosa,
luminosa, armoniosa, bien proporcionada en anchura, longitud y altura,
y de admirable e inefable fábrica.
Renuncio a describir las imágenes
que muestro. Entiendo que su contemplación es tan explícita
que sería un ejercicio de vanidad o estupidez tratar de describir
con palabras tanta belleza.
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