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Segovia es una ciudad
sorprendente. Ciudad medieval con una veintena de templos románicos
y numerosos vestigios tanto religiosos como civiles de este momento que
hunde sus raíces en la antigüedad clásica de la que
supo tomar modelo. El acueducto como emblema y como obra que
admira y maravilla a quien lo contempla, es lugar de encuentro de miles
de turistas. A través de sus arcos perfectos,
mirando a poniente divisamos asomar entre el caserío la bella torre
de la iglesia dedicada a los santos Justo y Pastor, martirizados en Alcalá
de Henares y cuyos restos fueron trasladados a Huesca por san Úrbez;
primero al lugar de Nocito (monasterio de San Úrbez) y luego a
San
Pedro el Viejo de Huesca, donde permanecen (24 de febrero de 2011).
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La iglesia de los Santos Justo y Pastor
no habría pasado de ser un pequeño templo de arrabal, funcional
y recoleto para uso de la comunidad de pañeros del barrio en que
asentó a no ser por la diferencia que lo ha hecho saltar
por derecho propio a primera línea del románico hispano como
son sus maravillosas y bien conservadas pinturas del último tercio
del siglo XII. A causa del abandono se hundió parte de su bóveda
de yeso quedando a la vista parte de las pinturas que su cabecera
atesoraba. Una adecuada recuperación y restauración nos
permite contemplar uno de los conjuntos románicos mejor conservados
de España.
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Antes de edificarse este templo, en el
lugar había una modesta ermita en la que se albergaba el Cristo
de los Gascones, actualmente ubicado en una capilla barroca adosada en el siglo XVII al
lado norte del templo. La edificación se llevó
a cabo con materiales modestos. Apenas encontramos piedra sillar en los
lugares sensibles como vanos o torre. El resto se edificó con mampostería
y abundante ladrillo. Las hiladas dobles de ladrillo ("verdugadas")
segmentan y organizan la mampostería aportándole un aire
diferente, heredero quizá del modo de hacer de los constructores
romanos (Imágenes 7 y 9).
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El ladrillo, modesto material para la
edificación románica en la que estamos acostumbrados a hallas
piedra sillar perfecta en su fase plena; pero que como heredero de la
forma de hacer romana, se empleó en este templo. Más adelante
lo veremos aflorar en su arco triunfal, como soporte para
esas pinturas que lo hacen diferente.
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1413
El hastial de poniente del templo es de
modesto calicanto, a excepción, como ya se ha dicho de las zonas
sensibles: el pórtico de acceso y el ventanal situado sobre el
mismo. La portada es típicamente segoviana. Su hechura es la que
más repetida veremos en la ciudad, tanto en edificios religiosos,
como en edificios civiles del barrio de las canonjías o de algunos
palacios. Tres arquivoltas con rosetones esculpidos en las exteriores
y baquetón en la central.
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1817
La arquivolta central apea en sendos capiteles
con decoración escultórica. Motivos vegetales delicadamente
labrados en el lado norte y dos sirenas-pájaro en el lado sur (Imágenes
19 y 20). En fin, como decía un edificio
modesto y austero que en absoluto hacía prever la riqueza pictórica
que aguardaba oculta en su cabecera tras capas de cal y retablo barroco
y que en las páginas sucesivas veremos en detalle
1920
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