LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO

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-CUENCA. CIUDAD Y MUSEO DIOCESANO-



UTM 30T 573942 4436462 942 m.

(CUENCA)

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CUENCA
La capital de la provincia de Cuenca se halla enclavada casi en el centro geográfico de la misma y está situada su parte antigua a caballo entre dos hoces que la rodean, la del río Júcar y la de su afluente el Huécar.
Tras la conquista de la ciudad  por Alfonso VIII en 1.177, además de impulsar la construcción de su catedral, el rey estimuló también al nuevo obispado creado a la edificación de parroquias, tanto en las diferentes zonas de la parte alta de la población como en los nuevos barrios o collaciones creados en la parte baja de la ciudad dentro de sus murallas, llegando a contar con un total de trece. De esas iglesias románicas edificadas a finales del s. XII o durante el s. XIII, tan solo se conservan restos de su construcción en dos de ellas, pudiendo igualmente contemplarse algún otro elemento románico en lugares a continuación citados:


 

Iglesia de San Miguel:

Realizada a mediados del s. XIII , en su origen era de nave única, presbiterio y ábside semicircular, conservándose actualmente el ábside y parte de su muro meridional. Su ábside semicircular realizado en mampostería muestra los canecillos pertenecientes a su original construcción así como la altura que tendría su cornisa ya que fue posteriormente sobreelevado; estos canecillos o modillones son geométricos, convexos y sin decoración alguna; en el centro del tambor absidial, entre sillares, se conserva una cegada ventana  con doble arco de medio punto trasdosada por otro arco y jambas de aristas a bisel.


 

Iglesia de San Martín:

También del s. XIII, la única parte del templo que puede contemplarse exteriormente es el ábside realizado con piedra de sillería trabajada esmeradamente, y que está dividido en tres tramos mediante dobles pilastras en cada lado del tambor absidial que originalmente llevaban adosadas una columna en cada una de las dos pilastras; nada queda de la columna entre pilastras del lado norte que es el que se puede ver desde la calle, quedando en su lado sur la columna original compuesta por una basa sobre plinto formada por toro, escocia y collarino sobre el que se alza el fuste pero sin su capitel; una ventana  saetera con arco doblado de medio punto sobre jambas lisas se abre en el centro del tambor absidial; recorrería el templo una serie de canecillos de caveto como el que se conserva.  Al interior recorre una gruesa cornisa todo el ábside y el presbiterio por encima  de la ventana; igualmente hay unas pilastras y columnas adosadas a ambos muros que separan el presbiterio tanto del ábside como de la nave para soportes de arcos y bóvedas.


 

Iglesia de San Pantaleón :

Este oratorio fue levantado a finales del s. XII y pertenecía a la Orden de San Juan de Jerusalén. Se conserva su portada, compuesta por un arco ojival de grandes dovelas de sillares conformados por diversas molduras que se apoyan sobre capiteles con decoración vegetal e iconográfica y que parece que guardan relación con la simbología templaria, representando en uno de ellos a un jinete alanceando un dragón como alegoría de la lucha entre el bien y el mal; las columnas se apoyan en altas y cilíndricas basas. Su ábside plano realizado en mampostería  conserva en su parte más elevada una abocinada ventana saetera adovelada, al interior con arco de medio punto mientras que por fuera la saetera derrama al exterior trasdosada por otro arco de medio punto sobre jambas de sillares a bisel en sus aristas.


 

Iglesia de San Pedro :

Aunque en su origen sería uno de los trece templos románicos con los que contó la ciudad tras su toma por parte del rey Alfonso VIII, tan solo conserva de época una pila bautismal  sin pedestal procedente de la población de Villarejo de Fuentes  que se decora con moldura de bocel liso en su borde superior y una franja lisa bajo ella enmarcada por una línea incisa inferior que la separa de unos arcos de medio punto apoyados sobre capiteles y pilastras planas que terminan en la ancha base del vaso con una doble moldura horizontal.

 

-MUSEO DIOCESANO-

 

Calvario de Alfonso VIII,  es una obra anónima tallada en madera, chapada y policromada,  compuesta por Cristo crucificado en el centro sobre una cruz florenzada, con la Virgen a su derecha y San Juan a su izquierda, de busto redondo y realizada a finales del s. XII o principios del s. XIII,  que estuvo originalmente ubicado en la catedral sobre un travesaño, formando un conjunto muy efectista, significativa de un gran patetismo y de intensidad dramática sobre la sumarísima ejecución de Jesús.  En este conjunto escultórico a la figura de Cristo muerto en la cruz se la representa mediante tipología del románico tardío, ya que no acusa el hieratismo y rigidez característicos de las primeras representaciones, sino que muestra ligeras flexiones en la cabeza, codos, cintura y pies, apareciendo crucificado con cuatro clavos, uno para cada extremidad. La cabeza, sin corona, está ladeada ligeramente hacia su hombro derecho con el rostro sereno caracterizado por tener los ojos entornados, con el cabello recogido detrás de las orejas que termina en mechones ondulados que caen sobre los hombros, bigote y amplia barba rematada en bucles. Bajo un marcado costillar y abultado abdomen se nota una leve desviación en la cintura desde donde unas piernas separadas y paralelas se flexionan a la altura de las rodillas, encontrándose tapado con un lienzo de pureza “ perizonium” simétrico en los pliegues y anudado en el centro de la cintura que se adapta a la anatomía del cuerpo, cubriéndole  por delante hasta por encima de las rodillas mientras que por detrás es más largo.  Los pies, separados y ladeados hacia su derecha quedan sujetos por dos clavos, careciendo de estribo de apoyo o “ suppedaneum” . Conserva policromía en el rostro, manos y pies,  así como dorado en la cabellera y la barba. En el cruce de los dos tablones de roble que forman el crucifijo se encuentra potenzado el mismo mediante un ensanchamiento también de maderas que forman un cuadrado, teniendo los brazos ampliaciones en forma elíptica, quedando rematada en los ápices de sus cuatro brazos con talla lobulada en forma de flor de lis, añadiéndose con posterioridad en su base un ángel. La figura de la Virgen  se levanta sobre una peana y conserva también parte de la policromía. Su cabeza está ladeada hacia su izquierda y  mirando hacia arriba buscando la figura de Cristo, mostrando sus lágrimas de dolor y vistiendo con túnica y velo que recoge sobre su brazo izquierdo, destacando la disposición de sus manos en actitud de recogimiento y suplica. En cuanto a San Juan  figura con su cabeza ligeramente  inclinada y apoyando su rostro en su mano derecha, mientras que su mano izquierda sostiene un libro, su evangelio; viste túnica y una toga que recoge en este caso con su mano  izquierda, mientras que sus descalzos pies apoyan sobre peana, guardando la figura algo de su policromía.



 

Báculo de San Julián:
El cayado del báculo pastoral de San Julián es una pieza realizada hacia el año 1.200 en bronce dorado y esmaltado mediante la técnica de tipo excavado o Champlevé utilizado en el taller de Limoges. En su remate en voluta figura la representación de la victoria de San Miguel Arcángel sobre el dragón que en este caso se materializa mediante un dragón-serpiente que partiendo desde la empuñadura donde finaliza el asta del báculo va formando una espiral hasta concluir su cabeza donde se encuentra San Miguel, el cual aparece con su aureola y finas alas despegadas de su cuerpo, con túnica que en la cenefa del cuello lleva tres esferillas incrustadas de color azul turquesa, y encima una toga que recoge con su brazo izquierdo que sostiene una esfera mientras que con el dedo índice de su brazo derecho indica la derrota del dragón. La parte inferior cilíndrica del cayado donde se  inserta el asta está adornada con tallos ondulados y entrelazados con flores y hojas. En el esmaltado predomina el color azul, que se combina con colores blancos y rojos.


 


La Virgen de Arcas:
Del s. XIII y procedente de la iglesia de Arcas se encuentra en el Museo una Virgen con Niño en madera policromada.  Se trata de un prototipo de Virgen sedente con el Niño sobre su regazo en la habitual postura de Trono de la Sabiduría, característica de la época románica, que sin embargo ha perdido en cierto modo su rigidez, ganando en naturalismo; la Madre aparece sentada sobre un banco o escaño, frontalmente y con los brazos y piernas en ángulo recto y paralelos, luciendo una túnica roja, con flores de color verde, de escote redondo y ceñida por un cordón, asomando bajo el borde inferior de la túnica que se abre ligeramente el típico calzado puntiagudo, y portando por encima un manto que se desarrolla por su regazo y cuelga por sus rodillas; con la mano derecha sostiene una manzana como la nueva Eva que nos trae la salvación en el pecado, mientras que con su mano izquierda sujeta al Niño por el hombro. En cuanto al Niño éste se encuentra sentado sobre la rodilla izquierda de su madre en posición frontal, vestido con túnica larga ceñida en la cintura por un cordón, faltándole los pies así como los brazos en los que usualmente figura con el Libro Sagrado que sujetaba con la mano izquierda y bendiciendo con la diestra.


 


Cruz de Arrancacepas:
Se trata de una cruz procesional procedente de la población de Arrancacepas realizada en cobre dorado en el s. XIII.  Sus brazos, potenzados con disco en el punto de intersección de los mismos,  terminan en forma de flor de lis y llevan ornamentación a buril figurando florecillas sobreponiéndose a lo largo de ellos  en las ampliaciones cuatro flores cuadrilobuladas ( una en cada brazo) con cinco cabujones vacíos de pedrería cada uno; la intersección de los brazos forman en el centro la figura de Cristo con la cabeza inclinada hacia su hombro derecho, coronado y sinuosamente dispuesto, en absoluto sufriente pues se trata de un Cristo-Rey triunfante sobre el suplicio; tiene incrustaciones de color azul claro en sus ojos y su cuerpo perfilado en  las líneas anatómicas de sus brazos y tórax mediante buril, portando un amplio lienzo de pureza que le cubre hasta la rodilla, apoyando sus abiertos pies sobre peana sujeta por gran cabeza de clavo entre ambos pies.


 


Cruz de Ribagorda:
También del s. XIII y procedente de la población de Ribagorda, es una cruz trabajada en cobre dorado y guarda similitud con la anterior en cuanto a  su diseño pero en este caso se trata de unos brazos que en su intersección quedan potenzados formando un cuadrado, teniendo ampliaciones en forma elíptica antes de su terminación a modo de flor de lis salvo en el  extremo inferior ya que este brazo está partido y no puede observarse su empuñadura, que podría ser  de cañón y nudos lisos, apropiados a su carácter procesional; las incisiones a buril de los brazos tienen decoración floral ( entre ellas flores cuadrilobuladas en el espacio creado por las ampliaciones) así como la inscripción JHS  de manera  ascendente que ocupa el ancho del brazo superior sobre la corona; en cuanto al Cristo-Rey triunfante sobre el suplicio también se encuentra coronado, con cabeza inclinada hacia su hombro derecho, portando su amplio lienzo de pureza hasta las rodillas y apoyando los pies abiertos sobre peana sujeta con clavo entre ellos.


 


Cruz de Valdeganga
Aunque la figura de Cristo es de época posterior, el crucifijo de cobre de esta población es similar a los dos anteriores y también del s. XIII.  Se trata de una cruz que en la intersección de sus brazos se encuentra potenzada mediante forma cuadrada, sin decoración a buril, teniendo unas ampliaciones en forma elíptica antes de su terminación que cuenta con unos ápices en forma de flor de lis en sus cuatro brazos, y que debió poseer ornamentación tanto en las ampliaciones como en las terminaciones de los brazos tal y como han quedado marcados unos finos orificios.


 

Muralla cristiana:
En la ciudad de Cuenca como en algunas de las otras villas de la provincia donde existía un Castillo o un recinto amurallado, tras la conquista de estas poblaciones se aseguraban, reconstruían o modificaban sus sistemas defensivos, que en el caso de la capital supuso el alargamiento de su recinto murado para dar cabida al aumento de nuevos pobladores que venían a instalarse en ella. Entre las diferentes nuevas construcciones de sus murallas en esa época tenemos la barbacana existente junto al cauce del río Huécar entre las denominadas puertas de Huete y de Valencia.

 

(Fotografías y texto: José Luis Rodríguez Zapata

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