Martes 30 de octubre
de 2007. La semana pasada fotografiando el interior del ábside
románico de La
Seo de Zaragoza mi cámara fotográfica dijo basta. Cientos
de miles de disparos a sus espaldas y la cortinilla se rindió.
Estaba con José Luis García Lloret, que está preparando
un libro sobre la hagiografía de los santos en la escultura románica.
En el se documentará al "Maestro de Agüero". Pero
eso habrá de esperar un poco. Total que me indicó
que nos faltaban imágenes de la lapidación de san Esteban
existente en el monasterio de Irache. Mi distribuidor de Olympus en Zaragoza
me prestó su cámara E-1, idéntica a la mía
"recién muerta" y hacia allí me fui aprovechando
un día de fiesta que se presentaba frío, ventolero y nevusqueador...
¡El mejor día que un loco del románico puede desear! (30 de octubre de 2007 y 14 de noviembre de 2007)
Santa María de
Irache es un monasterio benedictino sin duda bello y de grandes dimensiones.
Se sitúa en el propio Camino de Santiago a escasos dos y medio
kilómetros de Estella
y al abrigo de Montejurra. Está documentado desde el año
958 fecha en la que su abad era Theudano. A comienzos del siglo XI el
rey navarro García Sánchez "El de Nájera"
impulsó la construcción en este lugar de un hospital de
peregrinos que atendiese a quienes transitaban por el camino jacobeo.
Bajo el abadiato del abad Munio se edificó, siendo este el primer
hospital de peregrinos de Navarra. Roncesvalles
aún tardará un siglo en construirse.
El momento de esplendor
de este cenobio benedictino y hospital de peregrinos se alcanza en la
segunda mitad del siglo XI en época del abadiato de San Veremundo
(nacido en 1020), sobrino del abad Munio. De este santo abad, patrón
del Camino de Santiago en Navarra, se dice que fue consejero y amigo de
Sancho III "El Mayor", de su hijo García "El de
Nájera" y de sus nietos Sancho IV "El Noble" y Sancho
Ramírez "Rey de Aragoneses y Pamploneses" en
acertada expresión de Domingo Buesa Conde. De todos ellos recibió
el monasterio generosas donaciones.
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El edificio actual corresponde
a la segunda mitad del XII y primer tercio del XIII, matizando el hecho
de que en su reedificación se utilizaron partes de su
cabecera primitiva y que fue concluido ya en clave cisterciense. En los siglos XIII-XIV
se produjo el declive del monasterio, en parte por la desidia de la regla
benedictina tanto como por las guerras locales entre agramonteses y beaumonteses.
En el siglo XVI funcionó como colegio y más tarde como universidad,
refrendada por el papa Pablo V (1615) y por Felipe IV (1655). Es en este
siglo cuando se le añade el claustro plateresco y se recrece su
torre. A principios del XIX la guerra napoleónica hace que los
monjes salgan del monasterio y éste se convierta en hospital de
guerra hacia 1820. Permaneció deshabitado durante el XIX a excepción
de su uso como hospital de sangre en la segunda guerra carlista. El estado cedió
su uso en 1885 a los Escolapios quienes establecieron colegio y noviciado
en él hasta 1984. Desde 1986 permanece bajo titularidad del Gobierno
Foral quien lo ha cedido al Estado durante 50 años para edificar
un parador nacional (10-4-2006). Es Monumento Histórico
Artístico desde el 24-4-1887.
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El templo es de cabecera
triabsidal cuyos componentes abren a nave transepto no destacada en planta
indicando su arcaicismo en relación con la fase cisterciense (el
modelo es la catedral de San
Pedro de Jaca). Las naves se articulas en torno a tres pares de grandes
pilastras de sección cruciforme con parejas de semicolumnas adosadas
al modo hispano-languedociano y columnas de menor tamaño, acodilladas,
que servirán de asiento a las nervaduras de las bóvedas
de crucería (Ver planta).
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El hastial de poniente
se adornó con un pórtico profundo -otra vez se evoca Jaca-
ya en clave cisterciense flanqueado por dos torres de sección cuadrada.
La septentrional se recreció al modo herreriano, a semejanza del
monasterio del Escorial, mientras que la sur no destaca salvo en planta.
Modelo de dos torres en el hastial de poniente como se resolvió
en La Seo de Zaragoza, según han demostrado las excavaciones en
ella practicadas
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La cabecera del templo
(Imágenes 1 a 3) nos muestra dos ábsides
laterales cilíndricos provistos cada uno de amplio vano adornado
con arquivolta de baquetón apeada en capiteles decorados y realzada
por guardapolvo muy desgastado. Posee cada uno de ellos una semicolumna
adosada propia que se alza sobre basa ática situada encima de plinto
que destaca del zócalo perimetral -como en Agüero-.
Hay una imposta sencilla a nivel de la base del vano. En altura decoran
con arquillos trilobulados un poco al modo de lo visto en San
Miguel de Almazán. Dichos arquillos apean en ménsulas
con decoración de rollos u otros motivos sencillos. Por encima
de estos corre un friso decorativo de semicírculos secantes de
regusto mozárabe que evocan a la arquería soriana de San
Juan de Duero. En el lado sur la decoración está totalmente
restaurada.
La articulación
de los ábsides laterales con el central se efectúa por medio
de una semicolumna que delimita, acodillada en altura, el límite
del presbiterio del ábside central (Imagen 8).
Cuatro recios contrafuertes de sección cuadrada dividen el ábside
mayor en cinco lienzos. Los laterales son de perfil cilíndrico,
mientras que los anteriores son rectilíneos, aportando a este elemento
un aspecto poligonal. Los lienzos central y laterales cuentan con vano
similar a los vistos en los laterales, si bien mejor acabado y conservado
por cuanto que corresponden a la segunda fase edificativa. Por encima
de los vanos, y a mitad de camino hasta la cornisa, hallamos cinco óculos,
uno por cada lienzo, que aportan personalidad a esta cabecera tanto al
exterior como al interior (Imágenes 1 y 8)
En altura, decoración
de arquillos trilobulados al modo de lo visto en los ábsides laterales;
pero mucho más elaborados y con meticulosa ejecución en
su acabado. Apean en canecillos con bellos motivos escultóricos
que veremos en detalle más adelante. Más arriba, otra teoría
de canecillos de la misma labra sustentan la cornisa (Imagen 8).
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Sobre el crucero del
templo se eleva lo que sin duda debió de ser un espectacular cimborrio
del que resta su mitad inferior Su perfil flanqueado por cuatro torrecillas
nos remite sin duda a modelos castellanos como el de la colegiata
de Toro , el de la catedral
de Zamora, o el de la catedral
vieja de Salamanca, cuya decoración
interior se ha relacionado con el modo de cubrir ábsides como
el de san Gil de Luna en Zaragoza, al que se denomina "media
bóveda". Su actual remate es de fecha posterior, desconozco
si por no haberse concluido el diseñado o por ruina del mismo.
1819
La vista norte del templo
(Imagen 6) nos muestra sucesivamente, de nuestra izquierda
a derecha: el transepto, con su gran óculo (Imagen 10),
una caja de escalera con aspecto torreado y columnas acodilladas en sus
chaflanes (Imagen 11), un doble vano geminado, traducción
exterior del similar a los del ábside de Agüero (Imagen
13), la portada norte o de San Pedro (Imagen 12)
y el arranque de la torre herreriana, original en su tramo bajo y con
la misma decoración de columnilla acodillada en su ángulo
nordeste (Imágenes 6, 17 y 18).
Es destacable la decoración
del vano geminado de la imagen 13, en especial de la
decoración de su capitel oriental (Imagen 16).
Si no se examina la cara interior del mismo no se advierte la ironía
de su mensaje. Hay un gordo fraile con su hábito que bebe con una
copa mientras tiene otra mayor en el suelo. A buen seguro que se excedía
en lo que la regla de san Benito marca para la ración diaria de
vino.
2021
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La fachada de poniente,
muy modificada por añadidos modernos, muestra de original el arranque
de la torre norte, el atrio abovedado al fondo del que se halla la portada
cisterciense, y adosadas al sur, edificaciones modernas que albergan en
su centro el primero de los claustros del templo (Imágenes
20 a 22).