Sobre la
portada, siete canecillos sustentan el tejaroz que la protege. Su estado
de conservación es muy bueno y entre ellos hay alguno sencillamente
excepcional en su simbología, como el de la imagen
1 que representa a una mujer casada (lleva toca)
desnuda, con una vasija en su mano derecha, dando a luz por un aparatoso
orificio vaginal a un niño que asoma su cabecita apareciendo con
un cuchillo en su mano derecha. Es una
escena inédita en el románico y se ha interpretado como
imagen de lo escrito en la epístola de Santiago: "Cada
cual es tentado por su propia concupiscencia, que le atrae y seduce. Después
la concupiscencia concibiendo, pare pecado, y el pecado, llegado a término,
engendra muerte".