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La portada tiene el sello característico de la arquitectura visigoda: el arco de herradura. Se trata de un arco que excede en 1/3 la longitud de su radio dándole su perfil característico al intradós. El motivo, aun cuando la apreciación sea estética es formal, en orden a lo constructivo: este perfil permite apear un madero en las impostas y montar sobre él la cimbra para construir el arco sin necesitar de maderos de sustentación hasta el suelo, que por otra parte impedirían que el vano se siguiese utilizando mientras se edifica su arco. Otro hecho característico es que las dovelas-imposta, las más inferiores del arco, son rectas en su zona exterior: su trasdos es recto. Funcionalmente se comportan como un arco de medio punto peraltado. Las dovelas son de despiece radial y a pesar de que es característica la ausencia de dovela-clave, en este templo si que la hay y además decorada con una bella cruz patada de corte toledano que parece haber sido sacada de la propia la corona votiva del tesoro de Guarrazar.

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En la zona exterior de las dovelas, a modo de "puntilla", se labró un friso con el motivo más repetido en el templo: el de círculos tangentes que en conjunto forman flores cuadripétalas (Imágenes 2 a 6). También se repite en mayor módulo en las impostas (Imagen 6).

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Las imágenes 7 a 10 muestran el aspecto de los contiguos "baños", que no son sino unas termas de época romana reconvertidas en fuente-aljibe visigótica, precedida de una pareja de arcos con las mismas características técnicas que el descrito. De este edificio romano previo se debieron de obtener parte de los materiales reutilizados en el templo, como son las ocho columnas con sus basas y uno de los capiteles.