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La Espadaña.-
"Campanario
de una sola pared, en la que están abiertos los huecos para colocar
las campanas"
La función de
la torre campanario en aquellos templos que por el motivo que fuere no
la poseen la asumen las espadañas. Habitualmente se alzan sobre
el hastial de poniente o sobre los muros laterales de la iglesia, aunque
en algunas ocasiones se alzan sobre el hastial este o en un muro independiente
adosado al templo. En principio la espadaña
sería la "hermana pobre del campanario"; pero toda norma
tiene su excepción y ésta se halla en el norte de Palencia en el
templo de San Salvador de Cantamuda que posee una impresionante espadaña
alzada sobre su hastial de poniente, tan pretenciosa en su porte que llega
eclipsar al resto del templo.
En bastantes ocasiones
la espadaña se alza sobre los muros laterales, tanto al norte como
al sur. En esos casos su peso carga directamente sobre la propia estructura
del muro. El número de vanos es variable según las necesidades
de alojar campanas. Sobre estas líneas a la derecha, el ruinoso
templo de la Virgen de Lumbier, retrepado en encrespado risco sobre el
embalse de Barasona de Huesca. La espadaña situada sobre el muro
norte es de un solo arco de medio punto; pero una pilastra medial, sobre
la que hubo viga de madera (restan los mechinales) posibilitaba que fuesen
dos sus campanas.
Son mayoría los
templos que poseen la espadaña sobre el hastial de poniente a
modo de prolongación vertical del mismo, de anchura algo menor y
acabada en piñón. Arriba dos elegantes espadañas
de Cantabria (Retortillo) y Navarra (Garinoaín) de similares líneas.
En ocasiones la espadaña
se alza majestuosa y solemne señalando la posición del
templo como ocurre en Aguilar de Campoo en Palencia (arriba izquierda)
donde la espadaña de Santa María la Real alzada sobre el
hastial de poniente del templo, cuajada de vanos, parece alzarse frente
al poder militar, simbolizado en su castillo. Espadaña emblemática
que ha devenido en icono de la Fundación Santa María la
Real, que tanto está haciendo por el Románico.
Junto a ella, la espadaña
de San Pedro de Echano en Oloriz (Navarra), más discreta, semi
oculta entre el arbolado que pasa desapercibida a los visitantes a
causa de la belleza de su portada.
En el tamaño de
las espadañas también hay de todo. Desde la espectacular
de Cantamuda nostrada en cabecera de esta pagina, pasando por la de Santa Eufemia de Cozollos
(arriba izquierda) que remata acertadamente la estructura de su fachada
de poniente, hasta la pequeña espadaña de Vallespinoso de
Aguilar (arriba derecha), que es eclipsada por la cantidad de belleza
contenida en este pequeño templo Palentino. En este caso, además,
se alza sobre la estructura del arco triunfal que separa nave de cabecera
del templo.
Hay veces en que la evolución
edificativa del templo hace que la espadaña quede embebida en el
nuevo muro. Así ocurre en la parroquial de Ortilla (Huesca) templo
en el que la edificación de una falsa al estilo aragonés
recreciendo el templo dejó la espadaña incluida en el nuevo
muro (arriba).
Otras veces la espadaña
se eleva sobre el brazo del transepto. Arriba a la izquierda vemos el
caso de Villanueva de Sigena, con su discreta espadaña sobre el
lienzo norte del brazo meridional del crucero. Naturalmente, ante la impresionante
portada, poca gente se fija ni en su torre ni por supuesto en la espadaña.
Menos frecuente es el
hecho de que la espadaña sea un elemento externo al templo. Arriba
a la derecha, el caso de la iglesia de Bolmir en Cantabria. Su espadaña
se alza sobre un muro adosado al lienzo sur del templo continuando línea
de fachada con el hastial de poniente.
Encima de estas líneas
muestro dos espadañas que prolongan en altura sus respectivos hastiales.
Una el hastial de poniente (izquierda) y de remate horizontal. Es el monasterio
navarro de Azuelo. La otra (derecha) se alza sobre el hastial oriental
y acaba en piñón. Corresponde a la iglesia de Fuensauco en Soria.
Y para concluir, un templo
excepcional: Eunate. Por su planta circular, la espadaña se alza
sobre el centro de la bóveda, en sentido norte-sur.
Subir
a la sobrecubierta de un templo, y contemplar el horizonte a través
de los vanos de campana de su espadaña es una circunstancia que
se sale de lo habitual y se recuerda como una "pequeña aventura" como muestro en la imagen de la derecha
(San Román. La Puebla de Castro. Huesca).