La función específica
de los canecillos es estructural. Consiste en soportar la cornisa del edificio
sobresaliente de la cara externa de sus muros para que el agua de lluvia
no dañe el muro. Las cornisas de las cubiertas
ya sean a una o dos aguas, absidales o como las existentes formando
parte del tejaroz por delante de las portadas, las hallamos sustentadas
por estos elementos arquitectónicos. Como ya
se ha dicho el románico pleno aprovecha para mostrar su arte en cualquiera
de sus elementos estructurales, adaptándose a los mismos. Los canecillos
no son una excepción si bien es cierto que en muchos templos los
encontramos de sencilla hechura, con perfil de nacela, sin decoración
o a lo más con algún motivo geométrico inciso. En contrapartida
hallamos templos con una exuberante decoración de los mismos como
es el caso de San Martín de Frómista en Palencia. Bajo
estas líneas muestro una imagen de la fachada norte de ese edificio,
en la que he "condensado" a base de teleobjetivo un gran número
de canecillos correspondientes al tejaroz de su portada septentrional y
a los aleros de las cubiertas de la nave central y lateral de ese mismo
lado. La riqueza de motivos y su cuidada terminación se ven realzados
por la luz del rojizo atardecer de la canícula castellana.
Desde el punto de vista
estructural el canecillo es un alargado sillar escuadrado y colocado a tizón
sobre la parte más elevada del paramento con su extremo externo biselado
sobresaliendo del nivel de fachada su cara superior a fin de proporcionar
asiento a las piezas que componen la cornisa. Nosotros al admirar un edificio
solo vemos la porción sobresaliente de este elemento constructivo,
que es la aprovechada por el artista románico para mostrarnos sus
habilidades escultóricas y/o su mensaje. Ya
creo haber comentado en otro lugar que me detengo y miro con atención
aquellos templos que por su situación de ruina ofrecen una magnífica
ocasión para comprender cómo fueron edificados. Es una verdadera
"autopsia" arquitectónica. (Ese es el verdadero significado
del término: "auto - optos" equivalente a "ver
por uno mismo". Y a pesar de que por la costumbre lo asociemos
a la ciencia médica, es válido para muchas otras disciplinas).
La imagen inferior corresponde
a las ruinas de Yosa de Garcipollera, templo perdido en medio de la vegetación
de un deshabitado paraje altoaragonés muy cercano a la ruta jacobea.
Se han derrumbado sus bóvedas y buena parte de sus muros. Lo mostrado
corresponde a la parte alta del lado sur absidal. Vemos dos canecillos que
todavía sustentan las piezas de la cornisa. Y si pasas el cursor
sobre la imagen, observarás una vista lateral, que nos da clara idea
de la profundidad de penetración en el muro de estas piezas colocadas
a tizón.
Como en tantos otros aspectos,
tampoco en este podemos deslindar el tema de su origen romano. Las imágenes
bajo estas líneas corresponden a uno de los muros de la palentina
villa romana de "La Olmeda". En altura acaba en canecillos pétreos
decorados con motivos geométricos heredados del mundo clásico:
vemos una marcada escocia entre dos molduras tóricas, de modo similar
a lo que hallaremos en las basas áticas.
Funcional y morfológicamente
basados en el mundo clásico, seguimos hallando los canecillos
en las edificaciones mozárabes con la particularidad en éstas
de la notable longitud del extremo sobresaliente del muro. Es demostrativa
la imagen de Carmen Baena, correspondiente al templo mozárabe de
Celanova en Orense. Canecillos de notable longitud decorados con sucesión
de rollos cuyas secciones circulares laterales suelen decorarse con motivos
geométricos estrellados. La decoración
de rollos, de influencia mozárabe la seguimos hallando en canecillos
de época florida del románico, constituyendo la única
decoración de los mismos o sirviendo de soporte a otros motivos escultóricos,
como en la imagen abajo a la derecha, correspondiente a Frómista.
Los motivos esculpidos
en los canecillos son de lo más diverso. Desde faunísticos
a geométricos pasando por seres teriomorfos ("Terios":
ser fantástico o mónstruo), criaturas angélicas,
retratos, músicos, bailarinas, objetos o escenas eróticas,
son entre otros muchos algunos de los motivos que causarán nuestro
asombro. Habitualmente considerados como "esculturas
menores" no es corriente que transmitan un programa iconográfico
determinado si bien en muchos de ellos subyace la contraposición
del bien y el mal en alguna de sus representaciones icónicas.
Una consideración
técnica de importancia para quienes los observamos es la dificultad
que ello entraña por dos motivos. Primero es el hecho de situarse
en la parte más elevada de los muros. Segundo y no menos importante:
la sombra de la cornisa y el alero de la sobrecubierta que sustentan añade
un inconveniente más tanto para la observación como para
su fotografía. Esos días nublados o levemente lluviosos que
el grueso de los turistas califican de "mal tiempo" son ideales
para fotografiar canecillos.
Sobre estas líneas
muestro ocho canecillos correspondientes a la catedral de San Pedro de Jaca
(Huesca). Pasan desapercibidos de no utilizar un teleobjetivo o unos prismáticos
adecuados.