Cuando
se traspasa el umbral de la puerta del Cordero y se accede al interior
del templo lo primero que llama la atención es el ambiente de semipenumbra
existente. Mas tarde la armonía de volúmenes, la altura
de sus bóvedas y el recogimiento de la gente que allí acude.
Locales o peregrinos. Se respira recogimiento y devoción en ese
lugar. Nada parecido a los lugares de culto amplios, iluminados, con turistas
corriendo de aquí para allá detrás de un guía. Es otra sensación.
Es retroceder en el tiempo. Tan es así que lo primero que hice
fue desactivar el avisador acústico del autofoco de mi cámara
fotográfica y tomar las imágenes al amparo de las grandes
pilastras usándolas como pantalla a fin de no molestar a los fieles. Solo
una panorámica desde la cabecera rompió esa norma y procuré
hacerlo tan rápida y discretamente como pude (Imagen
1).
El templo
tiene planta de cruz latina
gracias a una alargada nave crucero que sobresale de la anchura total
del mismo. A ella abren los tres ábsides del mismo, si bien el
central como ya he indicado fue demolido en el siglo XVI para edificar el
actual en estilo gótico flamenco por Juan de Badajoz "El Viejo".
El retablo que ocupa la cabecera del mismo también es del siglo XVI.
A pesar de haberse demolido
el cilindro absidal central persiste su presbiterio en el que se aprecia
la existencia de dos pequeños absidiolos en el espesor de cada
uno de los muros laterales. Se hallan precedidos de una arquivolta enrasada
con el paramento, a base de arco de medio punto, capiteles historiados
columnas y basas (Imágenes 2, 5 y 6).
Los ábsides laterales
son también especialmente oscuros y hace falta trípode y
bastante tiempo de exposición para poder lograr imágenes
de ambos (Imágenes 3 y 4).
El cilindro absidal está centrado por un ventanal que rebasa en
altura un par de hiladas la línea de unión entre paramento vertical
y bóveda de cuarto de esfera. Es por ello que la imposta ajedrezada,
ha de quebrarse y descender en vertical para alcanzar a los ábacos
de los capiteles de esta ventana. Una segunda imposta corre por debajo
del nivel del ventanal y ambas se prolongan por el presbiterio que es
amplio y se cubre con bóveda de medio cañón. En la
unión ábside-presbiterio hay una columnilla que remata en
altura por medio de capitel, simulando que la sección de la bóveda
absidal sea un arco triunfal. Más atrás, cerca de su embocadura
con el transepto hay un fajón que apea por medio de pilastras en
la bancada corrida que recorre el ábside. En tiempos debió
de haber doble columna en vez de pilastra, pues subsisten sus basas.
Lo que le aporta un notable
exotismo y personalidad a esta parte del templo son los arcos de embocadura
de ambos brazos del transepto. Su intrados es polilobulado conformando
la estructura
correspondiente a lo que sería formero una sucesión de ocho arcuaciones de perfecta hechura. Esta forma de hacer es
de tradición hispanomusulmana y enraíza con el mozarabismo
de la zona (Imagen 2).
Cubren los brazos del crucero con bóveda de medio cañón
perpendicular al eje longitudinal del templo y entre el final del ábside
y la ventanita este del transepto se alza un par de semicolumnas adosadas
que rematan en capiteles sobre los que voltea fajón. Una línea
de imposta de ajedrezado recorre la unión de bóveda y paramento
en los brazos del crucero y cuando llega al nivel del ventanal de su fachada
sur, ha de quebrarse para en este caso subir hasta el nivel de los ábacos
de sus capiteles. Todos estos desniveles de la línea de imposta,
son fiel reflejo de las vicisitudes edificativas de diversas momentos
de la obra. Otro exponente de estos momentos es el hecho de hallas
fajones con sus capiteles por delante de los huecos de vanos en los muros
de ambas naves laterales (Imágenes 17 y 18).