Intentar describir con palabras las sensaciones que provoca el claustro de Santo Domingo de Silos es tener de antemano la seguridad de quedarse corto en todos los aspectos que uno intente narrar...
Es por ello que recurriré a mi mejor forma de hacerlo que es la fotografía. Y aun así, ésta no es sino vaga sombra de los borbotones de sensaciones, sentimientos y sobresaltos que atropelladamente surgen provocados por el lugar al caminar por él; sobre todo si uno tiene el privilegio de poder estar en soledad sintiendo las vibraciones de las viejas piedras y el silencio apenas roto por el asmático aleteo de las palomas que descienden hasta la fuente central a beber de su agua. Todas menos una que, enferma, se acurruca en un rincón. De pronto, casi como una sombra, aparece en el interior del claustro un monje joven que la toma en sus manos diciendo en baja voz "pobrecita, no puede ni con su alma" y cariñosamente se la lleva para intentar remediar su mal. Realmente el espíritu de santo Domingo sigue flotando entre estas piedras dispuestas a modo de notas de inigualable melodía. Rítmicas, concatenadas, precisas y que todavía hoy siguen vibrando y emitiendo sus sonidos para nosotros, si sabemos situarnos en su sintonía.
... pero lo intentaré.
Claustro. Lugar cerrado, centro y articulador de la vida monástica donde confluyen la mayor parte de sus elementos estructurales fundamentales. Diseñado a imagen de la Jerusalén celestial. Verdadero distribuidor y corazón monástico. El de Silos fue diseñado para poseer catorce arcadas en cada una de sus crujías. Se comenzó a edificar por las crujías norte y este y hacia el primer tercio del siglo XII se ampliaron dependencias monásticas y sobre todo la iglesia, necesitando alargar en un par de arcos más la crujía norte. Por eso se halla desplazado hacia el este el grupo de columnas de su teórico capitel central. En cambio la edificación del ala sur, más tardía, contó ya con esa modificación y centró el capitel medial (Imagen 11).
123
La edificación del claustro se inició durante el abadiato del sucesor de santo Domingo: Fortunio (1073-1100) y fue consagrado hacia 1088. Constaba en el proyecto original de catorce arcos por crujía, pero como ya he apuntado, a las del lado norte y sur se añadieron dos más, prolongando su eje este-oeste a la par que el del templo adyacente. Sesenta arcos pues, con sesenta y cuatro capiteles en total. En el centro de cada panda (salvo el norte, descentrado) el capitel medial es de mayor tamaño y apea en grupos de cinco columnillas excepto el del lado de poniente que lo hace en cuatro columnas torsas elegantemente realizadas.
Posee dos accesos a su patio central: uno a poniente de su panda norte y otro a septentrión del lado este. El podio corrido sobre el que se alzan basas y columnillas es de mayor altura que en origen debido a que en 1954 se rebajo el nivel de su pavimento.
Solo tres de los capiteles de este claustro muestran pasajes bíblicos. Uno de ellos (18) hoy retirado, mostraba a los veinticuatro ancianos músicos del Apocalipsis. Los otros dos (38 y 40) corresponden al ciclo de la Natividad y a la Pasión de Cristo. Su estilo revela una mano distinta a los dos grandes maestros del claustro; más en la línea de lo visto en Tudela o Zaragoza.
Los grandes machones de las esquinas del claustro se decoraron con unas bellas obras del arte románico internacional. Labradas en bloques monolíticos de caliza de 180 x 110 cm. evocan influencias de lo existente en Moissac o S. Sernin de Toulouse, en especial por el cruce de piernas "en tijera" de los alargados personajes. Tanto estas "grandes placas" esculpidas como la decoración de los capiteles del claustro, evocan labores orientales más propias de la eboraria que de la escultura en piedra.
456
A lo largo de las diferentes épocas de edificación del claustro trabajaron en el mismo varios maestros. Dos de ellos son los que llevaron el peso de la mayor parte del mismo.
El "Primer Maestro de Silos" trabajó a finales del siglo XI y a él se deben las escenas en los machones correspondientes a la Ascensión, Pentecostés, Entierro/Resurrección, Descendimiento, Discípulos de Emaús y Duda de Santo Tomás. Y en lo referente a los capiteles: los existentes en las crujías este y norte, mas algunos de la de poniente que dejara labrados. A grandes rasgos es fácil de reconocer sus capiteles, puesto que las columnillas que los sustentan están muy separadas a causa de la disposición muy abierta de las bases de sus cestas.
El "Segundo Maestro de Silos" es de menor creatividad. Repite obra del primero, siendo más realista en sus increíbles fieras. Su obra está en casi toda la crujía de poniente y en la del lado sur. Las columnillas que soportan sus capiteles están prácticamente adosadas una a la otra debido a la configuración diferente de las cestas de los capiteles, más cerradas que en el primer maestro. Las basas lucen variedad de pequeños monstruos decorándolas. Su obra acaba mediado el siglo XII.
Los capiteles historiados, números 38 y 40, ya se ha comentado que son de otra mano distinta, emparentada con lo visto en Tudela o Zaragoza. Es una escultura más realista, de bulto y muy acabada.
Y por fin está el machón del ángulo suroeste, el último que se decora y que muestra obra de dos manos distintas. Por una parte la Anunciación/Coronación de la Virgen y por otra, el Árbol de Jesé. Esculturas ambas de bulto ya mas naturalistas, más gotizantes que nos llevan a un momento avanzado del XII.