El machón del ángulo sureste del claustro es el considerado como el de mayor antigüedad en sus motivos escultóricos. Al sur la Ascensión de Cristo a los Cielos. Y a oriente, Pentecostés. Es obra del primer maestro de Silos, que nos muestra la escena al modo de lo visto en los marfiles que decoraban arcas como la de las bienaventuranzas, hoy en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, datada en 1083. Podemos apreciar que el esquema general es muy similar en ambos casos, lo que hace pensar que ese pudo haber sido su modelo. Sendas columnillas laterales rematadas en capiteles sustentan un arco de medio punto (en esta escultura, reemplazado por la forma de las nubes) delimitando el marco donde el artista va a narrarnos la escena. Marco al que por otra parte, siguiendo una de las leyes básicas del arte románico, se adapta su contenido curvándose en ocasiones las figuras para adaptarse al mismo.
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La Ascensión de Cristo a los Cielos está sugerida por el hecho de presentarnos la composición en tres niveles de profundidad, de abajo a arriba. Los siete primeros apóstoles sobresalen más que los de segunda fila y a su vez, nubes y rostro de Cristo se labran en mayor profundidad. Ello, a modo de perspectiva, junto al hecho de la dirección de la mirada de los personajes, conduce insensiblemente nuestra vista hacia el punto más alto de la composición, hacia"su clave" que es donde está el rostro de Cristo portando nimbo crucífero y a punto de ser velado definitivamente por sendos angelotes que se hallan prestos a disponer ante su rostro un telón de nubes.
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Los angelotes tienen una especial configuración en sus rostros, propiciada por una prominente mandíbula inferior de mentón redundante y bipartito, que trae a la memoria imágenes de otros vistos en Toulouse y replicados en algunos ábacos de Loarre .
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El colegio apostólico se presenta en dos registros: siete en el inferior vueltos hacia la línea media y mirando a lo alto, descalzos y en ocasiones con sus piernas haciendo "la tijera". En el superior, otros cinco y la Virgen a la que san Juan sujeta el manto. Las túnicas de los personajes muestran la técnica de "pliegues planchados" y suelen mostrar las palmas de sus manos.
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Todos los personajes de esta escena muestran nimbo en el cual debió de estar su nombre identificativo, esculpido o pintado; pero que hoy no se advierte. Solo alguno de ellos es reconocible por sus atributos, como san Pedro por sus llaves (Imagen 13), la Virgen (Imagen 12), san Juan, que le sujeta el manto (Imagen 16 ) o san Pablo, con su calvicie hipocrática y su frente surcada de arrugas (Imagen 14).
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Arriba, en lo alto, semivelado ya por las nubes que alzan los ángeles, vemos el hierático rostro de Cristo con su nimbo crucífero identificativo mostrando unas facciones perfectamente labradas y conservadas.
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