CAPITELES DE LA PANDA OESTE
(Segundo Maestro de Silos y elementos aprovechados del Primer Maestro)
En la panda oeste del claustro interviene ya el segundo maestro de Silos. Hay un cambio de equipo y eso se nota en la hechura y acabado de sus capiteles. Sin embargo, hasta la mitad de la galería seguimos hallando elementos del primer maestro. En concreto capiteles y ábacos que se montan sobre columnillas rectas, sin éntasis, de la segunda fase. Podemos advertirlo en la imagen grande bajo estas líneas: los cinco primeros capiteles y casi todos sus ábacos corresponden al primer equipo. Su morfología los delata. El sexto ya tiene sus columnas juntas y la cesta se advierte troncopiramidal, en un solo volumen, en vez de estar dividida desde la mitad del capitel. Después viene el capitel que remonta las columnas torsas -el central- y luego ya el resto son de este estilo.
Los ábacos de este segundo maestro son de superficies laterales rectas (inclinadas hacia adentro). Entre ellos, además de los "intrusos" del primer maestro, hay que hacer referencia a otro escultor distinto de ambos, que es quien labrará los dos capiteles historiados con temas bíblicos (números 38 y 40 del claustro).
De entre los excedentes del primer equipo (que delata el hecho de que los escultores trabajaban más deprisa de lo que los constructores montaban el material elaborado) quiero destacar el capitel de número 36 del claustro (Imágenes 1, 4, 5, 6 y 7) que he de reconocer me impresionó de forma notable.
De lejos, apenas se le presta atención. Parece una retícula de tallos vegetales que se entrecruzan, sin más (Imagen 4); pero en la "distancia corta" asombra su contemplación. Es como la abigarrada apoteosis final de una sinfonía cuyas notas se vienen desgranando poquito a poco en el resto de la obra. Aquí se entretejen y quedan apresados leones y aves en tres filas. Abajo leones rampantes que muerden sus ligaduras. En medio aves de mayor tamaño picando los tallos en un forzado escorzo mientras sus cuellos quedan atrapados por un lazo que las ahorca y arriba leoncitos mordiendo sus patas traseras en forzada posición casi circular.
Todos atrapados en la vorágine de la maraña vegetal y todos tratando de liberarse y recuperar su perdida libertad a causa de cantos de sirenas u otros mediadores del mal. Epílogo y moraleja de la obra de este primer maestro. Y su estilo formal es mucho más próximo, como en algunas otras de sus obras, a la eboraria que a la arenisca. Preciosista y orientalizante. Una maravilla.
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La panda oeste comienza con un capitel adosado al machón noroeste en el que el segundo maestro intenta replicar a aquel con el que su antecesor arrancaba la obra en el ángulo sureste del claustro. Es el 33 del claustro. La diferencia se advierte por lo próximos que se hallan sus collarinos precisando columnas tangentes así como por la menor precisión de la talla de su retícula (Imagen 2).
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El capitel numero 34 (Imagen 3), muestra aves con sus cuellos entrelazados picándose las patas para liberarse de unos tallos vegetales similares a los del capitel número 15 de la panda este, con la diferencia de que aquí los vemos surgir de sendas cabecitas de leones, enlazando así los capiteles de retícula vegetal "vomitada por leones" con los de fieras o aves atrapadas por la misma.
No podían faltar los coletazos de los capiteles vegetales y así el número 37 situado junto al primero historiado, nos repite el tema de acantos y piñas (Imagen 8).
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Y llegamos así al primero de los capiteles historiados conservados del claustro. Es el número 38 y lo muestro a lo largo de las imágenes 8 a 17. Lo primero que hay que apuntar es que su hechura evidencia la mano de otro escultor distinto a los dos maestros del claustro. Su obra posee figuras de bulto, mucho más naturalistas en sus detalles, tanto en este como en el central de las columnas torsas. Ambos nos remiten a la escultura de la Anunciación, que si no es de su misma mano, posee muchas coincidencias en el modo de hacer. Y también, fuera de este entorno, a la manera de esculpir en el claustro de Tudela, o en el ábside de la Catedral de San Salvador de Zaragoza
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En este capitel, la cara que da al patio del claustro muestra sucesivamente las escenas de la Anunciación -deteriorada- y la Visitación (Imágenes 9 y 13). A continuación la Natividad, escena partida entre las cestas de los dos capiteles (que siguen teniendo la forma adoptada por el primer maestro; pero no su labra). Vemos a San José, representado con gran cabeza cubierta por un gorro orlado con una especie de gajos de naranja, dormitando, mientras un ángel toca su cabeza, quizá tranquilizándole ante los hechos que le acontecen (Imágenes 13 y 15).
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A su lado, en una deliciosa escena, la Virgen en el lecho confortada por la matrona amamanta al Recién Nacido que dispone de una cunita con detalles bien trabajados (Imagen 14) . En la cara que mira al interior del claustro, de nuevo el Niño en la cuna enmarcado por columnillas con sus capiteles y arco de medio punto y confortado por la mula y el buey, mientras dos ángeles turiferarios sobrevuelan la escena (Imagen 11).
Y en la otra cara del capitel hallamos a otro ángel avisando a los pastores con su rebaño (Imagen 12) y a continuación la Huida a Egipto (Imagen 17).
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