A partir de este punto veremos las esculturas que adornan los alargados capiteles que coronan las pilastras del altar mayor de esta iglesia-catedral. En la imagen 1 se numeran los pilares para ubicar correctamente las siguientes esculturas. En el pilar número 1, la decoración es a base de acantos exclusivamente.
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Coronando el pilar número 2, hallamos un tema repetitivo en ambas caras del mismo. Cristo con nimbo crucífero y los evangelios en su mano acude en busca de sus discípulos, que se hallan pescando, recogiendo las redes. Uno de ellos, salta de la barca hacia el Maestro en señal de aceptación. Los vegetales que recorren el ábaco evocan a los vistos en el friso interior de Agüero
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Coronando el pilar número 3, encontramos angelotes en sus dos laterales. Pelo ensortijado y ojos y comisuras de la boca delimitados con trépano son detalles repetitivos de lo visto en Agüero, además de su módulo general.
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Sobre el capitel de la pilastra número 4 lo que hallamos son seres monstruosos. En el lado interior, una pareja de arpías de inquietante expresión, aparentemente risueña, cuando lo que hacen es mostrar sus peligrosos dientes. Tocadas con gorro frigio, lucen abdomen parecido al de un insecto, con sus articulaciones de segmentos marcados y vellosidad en su borde inferior (Imágenes 7 y 8)
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Y en la cara opuesta del capitel, la exterior, una pareja de dragones monstruosos con sus cabezas agachadas a ras de suelo, en figura que de nuevo hallamos idéntica en el friso exterior de Santiago de Agüero. Es habitual que el extremo de estos capiteles, hacia el centro de la cabecera, se halle deteriorado por haber sido repicado para acoplar el retablo mayor. Por otra parte, la desafortunada iluminación hace difícil su observación (hasta que descubrimos el "palio" en forma de carpeta colocada sobre el correspondiente foco del suelo).
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