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La pequeña localidad
de Sainte-Engrâce/Santa Engracia se sitúa al norte de la
cordillera pirenaica en el valle del río Uhaitxa. Con respecto
a España está al norte de Leire. Siguiendo el curso del
río Escá por el valle de Roncal, queda al otro lado del
macizo pirenaico. Si pasamos por Somport, como hice yo el último
fin de semana de octubre de 2009, pasaremos por Urdós, Etsaut,
Cette y L´Estagnet. Rebasada esta última localidad en 1,3
kilómetros, un desvío a nuestra izquierda nos encamina hacia
Lées y a partir de esta localidad, nos aguardan alrededor de 30
kilómetros de una pista asfaltada tan zigzagueante como bella.
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El otoño con todo
su esplendor de colores nos acompaña en la carreterita que sube
en mil revueltas para descender y volver a subir en otras tantas. En ocasiones,
dejamos de ver el cielo, porque los hayedos lo ocultan a la vez que sus
pequeñas hojas marrones comienzan a caer y a enmascarar el asfalto
con que se ha disfrazado la pista de carretera.
He de reconocer que a
pesar de que mi GPS me decía que andaba por el camino correcto
y de haberlo visto previamente mediante las imágenes aéreas
del "Google Earth" la intranquilidad era solo sobrellevada gracias
a la esperanza de contemplar el templo que aguardaba al final del camino. Por fin, tras el último
collado un delicioso valle sembrado de casas vacas y ovejas aguarda (Imagen
5).
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El caserío está
disperso en varios pequeños núcleos y entre todos, sus habitantes
suman alrededor de los 200. Praderas verdes, suaves lomas, valle del río,
altas montañas conforman un entorno tan bello como inhabitual.
El templo es el mayor de los edificios que podemos ver en la pequeña
agrupación de casas (Imagen 10). Frente al mismo,
un par de burritos acuden raudos a la llamada de una mujer que les ofrece
zanahorias. El paisaje desde el ábside es igualmente espectacular
(Imágenes 7 y 6).
A poniente del templo
el cementerio local ocupa hoy el espacio que en su día tuvieron
las dependencias de la colegiata de la que era iglesia. Tumbas recientes
y bien cuidadas junto a estelas discoidales de tradición arcaica
como podemos ver en las imágenes 8 y 9.
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Jean Philippe de Béla
apuntaba en 1760 que ya en tiempo de Carlomagno había en este lugar
un hospital para peregrinos en tránsito hacia Santiago y que la
primera advocación del templo fue a Santa María Magdalena.
Bajo el episcopado de Odón de Bénac obispo de Olorón
(1083-1101) hubo colegiata de canónigos de San Agustín donde
se veneraba la reliquia de Santa Engracia.
El rey Aragonés
Sancho Ramírez, rey de aragoneses y también de pamploneses
desde 1076, conquistó esta zona del Bearn en 1085 haciendo donación
al monasterio de Leire de la colegiata de Santa Engracia. Es esta la primera
mención documental del templo. Bajo dependencia de Leire; pero
a la fuerza, la relación más que de dependencia y obediencia
pasó a ser de sumisión y tributo anual que se sabe era de
dos bueyes y dos salmones anuales (hechos que al parecer quedan reflejados
en esculturas de la Porta Speciossa de Leire). Una vez más monjes
Benedictinos versus canónigos Agustinos.
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Santa Engracia, la titular
del templo fue una virgen mártir del siglo IV. Procedente de Braccara
en Galaecia partió con séquito de 18 personas entre familiares
y sirvientes hacia Narbona donde la esperaba para desposarla su prometido,
un noble local. En el camino tuvo conocimiento de las persecuciones y
matanzas que Daciano estaba realizando en suelo español y ya en
Zaragoza decidió reprocharle su actitud. Daciano decapitó
a sus acompañantes y a ella la sometió a martirio hasta
la muerte. En el siglo V Prudencia en su Peristephanon señala a
los innumerables mártires de Zaragoza y nombra a los dieciocho
acompañantes muertos y a Santa Engracia, cuyo brazo era venerado
en el templo que contemplamos.
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El edificio sufrió
numerosos contratiempos bélicos, incendios y expolios, siendo restaurado
en 1876 y en 1905. A pesar de ello, su planta y buena parte de su estructura
y esculturas nos permiten disfrutar de su majestuosidad. Es templo de
triple nave orientado con ligera desviación a sureste y rematado
en sendos ábsides de tambor. Fue recrecido para permitir colocar
una cubierta a dos aguas para protejer a sus tres naves pero se advierte
perfectamente el nivel de las cornisas originales. Remodelaciones, contrafuertes
y una sacristía adosada al ábside central conforman su actual
perfil.
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Las hechuras de los sillares
de las zonas bajas de su cabecera hacen pensar en una mayor antigüedad
de esta que la del resto del templo. Es muy probable que hubiese templo
previo, rehecho en dos fases ulteriores, una en la que se rehace y decora
la cabecera y el primer tramo de la nave, donde aparece la obra del maestro
del gran taller del Bearn para después, concluir con un esquema
mucho más sencillo, sin capiteles, más "cister"
en los tramos de los pies del templo.