En el lado norte del templo hallamos una portada a la que se llama de San Pedro. Bella a pesar de su deterioro, en parte por la meteorización consecuente a su orientación y en parte a la desidia e incultura también reflejada en el descuido del entorno, donde las malas hierbas, zarzas y ortigas, dificultan (insuficientes para detenerme) la aproximación. Se compone de cinco arquivoltas apuntadas de sencilla decoración a base de alternancia entre baquetones y escocias y un pequeño guardapolvo que se continua con el inicio de un alfiz tendente a enmarcarla pero interrumpido por imposta biselada que recorre la fachada (Imagen 1).

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Las columnas son de fuste monolítico, sin decoración y se alternan con otras más pequeñas, en segundo plano, en las que apean los motivos decorativos que entre capitel y capitel dan sensación de friso continuo. Los capiteles más interiores son de mayor tamaño y apean en dos columnillas además de en la respectiva jamba. Formando la clave de la arquivolta más interna se ha reutilizado un crismón trinitario con su dovela original. Es de seis brazos, de tipo navarro, con la tilde dentro del vano del símbolo "P" y los símbolos en posición ortodoxa (Imagen 3). Se decora con pequeños bezantes en un filete del aro marco. Para Olañeta, la cronología de este crismón procedente del primer templo concluido ya en 1045 se ha de remontar a principios del XII, reutilizado en el actual, y que a su vez fue motivo para reproducirlo en el XIII en una segunda pieza colocada en la portada oeste.

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Hay un par de escenas en estos capiteles que son notables. Una de ellas ocupa el capitel interior del lado este y muestra en el lado corto a san Martín partiendo su capa con un mendigo (Imagen 10) y en el frontal del mismo la aparición de Cristo al santo en sueños, con la capa a Él entregada cuando aparentaba ser mendigo (Imagen 9). Frente a él y en buen estado de conservación, un capitel de delicada labra que muestra la lucha entre sendos centauros sagitarios contra un caballero y un soldado a pie, respectivamente (Imágenes 11 y 17)

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Desde nuestra izquierda, las escenas que vemos en los capiteles son: en primer lugar la lucha entre un caballero provisto de cota de malla y otro personaje que cabalga sobre un deteriorado dragón (Imagen 5), Una escena de lucha cuerpo a cuerpo, al modo de la "lucha leonesa" entre dos parejas de hombres vestidos solo con calzón (Imagen 6), una pareja de arpías, que a pesar de su deterioro deja entrever la gran calidad de talla en el gorro de la mejor conservada y en el detalle de su ala (Imagen 7) y una pareja de fieras de aspecto leonino entre tallos vegetales que los retienen al modo de Silos (Imagen 8).

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Flanqueando el vano, como ya se ha comentado, la escena de san Martín y la lucha de hombres y centauros. Hacia nuestra derecha, de nuevo fieras con aspecto de leones, enredados en tallos vegetales (Imágenes 12 y 13 ), pareja de monstruos cuadrúpedos de lomo peludo, encapuchados (Imagen 14), motivos vegetales de correcta labra (Imagen 15) y pareja de combatientes cabalgando dragones (Imagen 16).

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A pesar del deterioro de algunos de sus capiteles, es una portada llena de simbolismo, con arquetipos que nos trasladan de inmediato a otros muchos lugares ya visitados, especialmente a los de la órbita del taller soriano-silense del maestro de Agüero. Su depurado modo de labra nos traslada ya a un momento avanzado, con arte realista, y rostros expresivos que junto con el apuntamiento de sus elementos formales anuncian ya un inminente gótico.

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Por encima de esta portada hay tres parejas de ménsulas superpuestas que lucen dobles caras monstruosas en su borde libre.

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ATRÁS

ADELANTE

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