-SAN ANDRÉS DEL ARROYO. MONASTERIO DE Sª Mª Y SAN ANDRÉS (Cont.)- |
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El claustro de San Andrés
del Arroyo se sitúa al lado sur del templo monástico. Es
obra de principios del siglo XIII. Las dimensiones exteriores de su lado son
de 32 metros y 19 al interior. La panda oriental se arruinó y fue
sustituida por una edificación a dos niveles, gótica en
el inferior con cinco amplios arcos apuntados entre recios contrafuertes
(siglo XVI) y plateresca el el superior con dos vanos por cada uno de la
inferior (Imagen 3). La repetitiva
sucesión de elementos tan semejantes como cuidados, añadida
a la ausencia de temas iconográficos que polaricen la atención
del visitante hace de este lugar un bello y relajante reducto en cuyo
interior parece haberse detenido el tiempo. Cuatro lados. Cuatro elementos
que evocan lo terrenal. La Jerusalén celeste con sus ríos
convergiendo en el centro donde se halla la fuente traída por el
rey Pedro I de Castilla.
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Sobre un podio corrido
en el que solo hay un acceso en su lado oeste levemente descentrado hacia
el sur, se alzan parejas de fustes sobre elaboradas
basas (Imagen 6). En altura poseen capiteles dobles trabajados en una sola pieza sustentando
teorías de arquillos levemente apuntados decorados con baquetón
y doble escocia en su guardapolvo. La panda oeste
es la que permanece íntegra y posee 19 arquillos, mientras que las
situadas al norte y sur cuentan con 16 por desaparición de las
situadas próximas a la primitiva panda este.
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En los cuatro ángulos
del claustro se alzaron columnas de notable diámetro y delicada
elaboración. Permanecen las de los ángulos colindantes con
la panda oeste, como veremos más adelante, mientras que en el lado
opuesto desaparecieron de su primitiva ubicación. Una de ellas
sirve en la actualidad de soporte a la escultura de san Andrés
situada en la cabecera de la sala capitular.
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A pesar de estar ante
una obra cisterciense desprovista de todo aquello que pudiese distraer
nuestra imaginación, su bella ejecución cuajada de elegancia
y simetría no exenta de extraordinaria labor de labra del maestro
que lo ejecutó, aporta una belleza plástica difícil
de describir. Quizá la imagen 12 bajo estas líneas
ayude a comprenderlo.
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