Solo si partimos, como
se ha hecho en este breve recorrido, de los templos más elementales
podremos llegar a comprender las hechuras de las grandes catedrales edificadas
en la época del esplendor del románico pleno. Bajo estas líneas
muestro la planta de San Pedro de Jaca, punta de lanza y modelo inconcluso
al no llegarse a abovedar sus naves. Posee planta basilical de tres naves con
nave crucero que no sobresale de los muros laterales siendo tan solo apreciable
en planta. Hay también cimborrio sobre el crucero provisto de magistral y novedosa bóveda
así como torre-pórtico de función penitencial que vienen a constituir algunos
de sus detalles innovadores
Jaca es iglesia de las
denominadas "de peregrinación" entre las que se hallan
magníficos ejemplares como San Saturnino de Toulouse o la propia
catedral de Santiago en Compostela. Cinco y tres naves respectivamente,
múltiples absidiolos en las cabeceras, nave crucero de gran desarrollo
y deambulatorio en torno al ábside principal, son algunas de sus
principales características.
Se trata sin duda de templos
que evidencias una gran pericia edificativa así como unas notables
fuentes económicas por parte de sus comitentes. Y a pesar de su notoriedad
y la cantidad de referencias a los mismos no son ni con mucho los ejemplares
más abundantes de este arte. El modelo más veces repetido
y que hallamos a lo largo y ancho de la ruta jacobea es el del sencillo
templo del románico rural alrededor del cual florecieron parroquias
tanto en el ámbito urbano como en el campo.
Y si a efectos de "peregrinación"
el gran templo como los arriba vistos representan la etapa intermedia o
el destino de los peregrinos, contituyéndose en verdaderos iconos
de propaganda de la cristiandad fundamentada en ese momento en el tandem
Roma/Cluny, los núcleos subsidiarios de la misma y motores fundamentales
de esta difusión fueron los monasterios. Primero
los benedictinos, los monjes negros. Posteriormente fueron sustituidos por
los cistercienses. Monjes blancos "reformadores de la reforma"
y maestros en el diseño y difusión de sus monasterios autosufcientes desde
los cuales, además de extender la fe y el monacato propiciaron la
repoblación del territorio enseñando a los laborantes el
arte de cultivar las tierras, disciplina en la que también fueron
maestros excepcionales.
Sobre estas líneas
muestro el esquema básico de un monasterio cisterciense. Repasando
la disposición de esta planta reconoceremos de inmediato la estructura
de los que hayamos visitado, ayudando a la comprensión de los mismos
y de su organización funcional. La lista de
monasterios sería interminable por lo que solo apuntaré algunos
ejemplos de los que yo haya visitado para poder comprobar la validez del
esquema: Moreruela
(Zamora), La
Oliva, Fitero
(Navarra), Veruela
(Aragón). A este último, situado a los
pies del Moncayo y cuyas celdas monásticas fueron romántico
refugio para los hermanos Becker, corresponde la planta que se incluye a
continuación.
(Las plantas de los templos
referidos son modificaciones de las originales de las publicaciones de Durán
Gudiol: "El Monasterio de San Pedro de Siresa"; Esteban
Lorente, Galtier Martí y García Guatas:"El Nacimiento
del Arte románico en Aragón"; Bango Torviso: "El
Arte Románico-Historia 16" y Könemann "El
Románico".)