Por
fin llegamos al modelo "tipo" de templo románico. Para
ello he elegido la planta de una iglesia emblemática en Huesca: Santa
María de Iguacel. Situada al fondo del deshabitado valle de la
Garcipollera poco al norte de Jaca, reúne una serie de circunstancias
que la hace excepcional. Se edificó hacia 1040
por el conde Galindo quien la legó a su hijo Sancho Galíndez,
el que fuera consejero de Ramiro I, -primer rey de Aragón- y tutor
("ayo") de Sancho Ramírez, el monarca que abrió
Aragón a Europa y por tanto al románico pleno en lo edificativo
y a Cluny y al rito romano en lo canónico. Hacia
1072 recién instaurado el rito romano y siendo ya Sancho Ramírez
vasallo del Papa, se reformó el templo, añadiéndole muestras
del mejor arte jaqués en forma de decoración escultórica
de sus ventanales y sobre todo, redecorando la portada de poniente sobre la
que se colocó una larga inscripción que da fe de quiénes
fueron los comitentes, el nombre del rey, el año de esta obra ya
acabada (1072) y los nombres de los operarios que la decoraron. Un caso
excepcional de iglesia fechada y firmada
En
planta, sobre estas líneas, apreciamos con claridad su estructura
compuesta por tres segmentos bien definidos: ábside (A), presbiterio
(B) y nave (C). Los dos primeros forman una unidad que es la cabecera del
templo (A+B) y tras ellos la nave. El lugar más sagrado de la iglesia
es el ábside, espacio reservado a la Divinidad. Por detrás se
sitúa el presbiterio o coro, espacio interpuesto, de separación,
entre la Divinidad y el pueblo, ocupado por los oficiantes o presbíteros
(de ahí su nombre). Finalmente, la nave (C) que daba cabida a los fieles
y que en muchas ocasiones se separaba físicamente por una verja,
como era en origen el caso en esta iglesia. Su magnífica verja románica,
se trasladó al Museo Diocesano de Jaca donde se expone.
En iglesias más
evolucionadas la función de separación entre cabecera y nave
la asume el transepto, nave transversal situada entre presbiterio y nave principal
(merece la pena recordar que la nave transversal es aportada por el arte
visigodo). La medida interior de los tres elementos
del templo, es decreciente a causa de que estas tres estructuras se articulan
entre si de forma "telescopada", reduciéndose progresivamente
la anchura de la nave, la del presbiterio y la del ábside a modo
de embudo que nos condujesen estructuralmente hacia el lugar de la Divinidad.
Un modelo muy extendido
es el que se obtiene al añadir dos capillas laterales a la parte
anterior de la nave. El templo adopta en planta la forma de cruz latina
y recuerda a la silueta de Cristo Crucificado. En la imagen sobre estas
líneas se muestra la planta de San
Pedro de Lárrede en Huesca. Las capillas laterales son en este
caso fruto del diseño original y sobre la septentrional se alza su
emblemática torre. Hay que advertir que en
muchos casos las plantas de cruz latina son consecuencia del añadido
tardío de capillas laterales a templos que en origen se diseñaron
como de nave única.
Avanzando en este modelo
básico, encontramos templos a los que se añade una segunda
nave al costado de la principal, como es el caso de Lasieso
o Basarán
(en su emplazamiento original, planta modificada al trasladarla a Formigal)
ambas en Huesca. Se añade una nave de pequeñas dimensiones
situada al lado norte, cuya función es problemática y sobre
la que se ha especulado con que ejerciera las veces de "capilla del
Santísimo" sin que tampoco pueda descartarse una funcionalidad
de "cripta" situada al mismo nivel que la iglesia principal
Y si por circunstancias
el templo precisa de tres ábsides en su cabecera, para poder dedicar
cada uno de ellos a una advocación diferente, la solución
intermedia en lo evolutivo, es la presentada sobre estas líneas. Pertenece
al templo lombardo de San
Juan de Toledo de Lanata situado al este de Ainsa en Huesca. Al extremo de
la nave un presbiterio cuadrado sobre el cual se monta una bóveda
de arista de la que tres de sus arcos torales son los propios de embocadura
de los tres ábsides y el cuarto el de la nave
Pero sin duda la opción
más extendida es la de edificar las tres cabeceras en línea,
cerrando al este un espacio rectangular dividido en tres naves longitudinales,
cada una de las cuales acaba en una de las cabeceras. En estos casos las
naves se estructuran en varios tramos consecutivos articulados por parejas
de columnas exentas y sus correspondientes pilastras adosadas al interior
de los muros a fin de recibir los empujes de arcos formeros y fajones que
apearán las bóvedas.
El ejemplo presentado es
el de Santa
María de Buil, poco al sudoeste de Ainsa. Templo arcaico, en
el que sus ábsides lo enlazan con lo serrablés, mientras que
la importante estructura de torre-pórtico adosada al hastial de poniente
sobre la que existe una tribuna, lo relaciona con modelos carolingios, cuyo
mayor representación en territorio hispánico es San
Pedro de Siresa. Torre-pórtico que veremos repetirse de modo
emblemático en Ainsa,
San
Pedro de Jaca, o en Oto.
Mención aparte merecen
los templos de planta central, en los cuales la nave se sustituye por una
edificación circular o poligonal que presenta en su lado este una
cabecera al uso. A este tipo pertenecen las iglesias de Eunate
y Torres
del Río en Navarra y San
Marcos en Salamanca. Templos siguiendo el patrón edificativo
del Santo Sepulcro de Jerusalén y al parecer importados por la Orden
del Temple.