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Pilares, Columnas, Pilastras.
Pilar: "Pie derecho
exento, normalmente de sección poligonal. Suele tener mayor robustez
que la columna."
Columna: "Pie derecho,
de sección circular, cuyas partes esenciales son fuste, capitel
y basa"
Pilastra: "Pilar adosado,
con basa y capitel"
Cuando el arquitecto medieval
decide levantar el templo ya tiene en su mente la forma que tendrá,
de qué manera lo cubrirá, y sobre todo -y ese debió
de ser uno de sus mayores quebraderos de cabeza- cómo transmitirá
hasta el suelo los enormes empujes de sus bóvedas para que su empeño
no acabe en tragedia. Lo mismo ocurre hoy con los
modernos edificios, pero el arquitecto cuenta con precisos cálculos
de resistencia de materiales. Y aun así, en ocasiones, también
puede fracasar.
Tengo un amigo arquitecto,
Daniel, que me ha enseñado a cerrar la boca cuando entro a un templo.
Me explicaré: cuando nos adentramos en una de estas excepcionales
edificaciones lo habitual es que la gente vaya mirando hacia arriba con
la boca abierta; a partes iguales por la posición de la cabeza y
por el asombro sobrevenido ante lo contemplado. Pero para
analizar el pensamiento de quien proyectó el edificio hay que mirar al suelo y cerrar
la boca. Allí, en el replanteo inicial, están
las claves del proyecto, tanto si llegó a concluirse como si no.
A ras de suelo está
la planta del edificio. Y los apeos que diseñó el arquitecto
para contrarrestar empujes verticales de una bóveda, que a lo mejor
ya no está porque ardió el templo, o lo reformaron, o no
tuvo el valor suficiente para cubrirlo presa del "miedo escénico"
ante la posibilidad de que el derrumbe acabase con su carrera, si no con
su propia vida.
Las pilastras de la imagen
superior (correspondientes a la catedral de San Pedro de Jaca) nos dicen
que su arquitecto pensaba cubrir con piedra. Bóvedas de arista en
las naves laterales (pilares de triple esquina en la de más atrás)
y apeos para fajones en la central lo atestiguan. Pero se hubo de conformar
con techumbre de madera. ¿Miedo? ¿Cambio de planes por motivos
coyunturales? La próxima vez que entres a un
templo mira sus pilares. Analiza la forma que les dio el arquitecto y deduce
cómo habría de ser la bóveda. Luego, eleva la mirada
y comprueba si has acertado.
El arquitecto románico
cuenta con un gran aliado a la hora de planear el modo de encaminar los
empujes: la piedra sillar. La piedra, adecuadamente trabajada y asentada
es capaz de aguantar enormes presiones. Trabaja a compresión. Su
punto débil es el hecho de no trabajar a torsión. Pero soporta
la presión de manera muy eficaz, especialmente si se coloca en obra en la misma posición que tuvo en la cantera para lo cual los canteros que la extraen marcan esas superficies de carga (lechos y contralechos).
Junto
a ello el conocimiento del "funcionamiento" del arco de medio
punto y la adecuada forma de compensar los empujes aprovechando naves laterales
y contrafuertes como aliados, fueron elementos utilizados por el arquitecto
para conseguir un resultado óptimo que todavía hoy da fe de
su pericia.
Las formas más arcaicas
de los pilares son también las más simples en su hechura:
Secciones cuadradas o circulares que con el paso del tiempo y la aparición
de nuevas necesidades técnicas se fueron haciendo más complejas.
El pilar cuadrado, simple
fragmento del muro, se transformará en cruciforme al necesitar apear
los arcos fajones de la bóveda. Así de simple. Si el arquitecto
decide que va a cubrir con piedra y no con madera, el pilar, desde su arranque
habrá de tener esta forma. Al menos en esta época, pues con
la reforma cisterciense será una ménsula embebida en el muro
la que reciba en altura el empuje del fajón.
Sobre estas líneas,
un sencillo pilar cuadrado y a su derecha otro cruciforme. Pertenecen a
Samitier y a San Juan de Pano (Huesca) respectivamente .
Una forma habitual de abovedar
en el primer románico fue por medio de la bóveda de arista,
la cual -en general- precisaba ser proyectada desde su arranque. Así vemos pilares
y pilastras de triple arista como testimonio en general de este hecho. Las
aristas laterales recibirán fajón y formero y la central el
apeo de la arista. De este modo podemos afirmar que
tanto la cripta de Samitier (arriba a la izquierda), como las naves laterales
de la catedral de Jaca (arriba a derecha) se iniciaron pensando en cubrirlas
con bóvedas de arista. Ninguna de las dos llegó a edificarse.
Una forma elemental de
apear las cargas es a través de una columna monolítica de
sección circular. Así se viene haciendo desde la época
clásica, y sigue funcionando tanto en los intercolumnios como en
las salas capitulares. Y por supuesto en galerías porticadas, claustros,
portadas y ventanales. Si el pie derecho está
formado por sillares a los que se ha tallado para darle forma cilíndrica
al asentarlos, estamos hablando de pilar, no de columna. Es una estructura
de mucha mayor robustez y resistencia. Sobre estas líneas, a izquierda
una columna (San Juan de la Peña) y a la derecha un pilar (Catedral
de Jaca).
En el románico pleno,
a las formas elementales surgidas a partir de la sección cuadrada
y sus combinaciones, se añaden semicolumnas ante las superficies
grandes del pilar y columnillas en los diedros resultantes. Pero no es solo
por estética, que también, sino que servirán para prestar
apeo en altura a arcos fajones y formeros por medio de capiteles, así
como dobladuras de arcos o nervaduras en las bóvedas de crucería.
Las semicolumnas adosadas,
hasta ahora en los ejemplos mostrados, eran sencillas. Más tarde las
veremos colocadas por parejas. Es un modo que se ha dado en llamar hispano-languedociano
y refleja un momento avanzado del románico.
Los
gruesos pilares fasciculados, repletos de semicolumnas y de columnillas
en todo su perímetro, se desplegarán en altura a modo de hojas
de pétrea palmera perfilando las bóvedas con sus nervaduras.
Es un momento ya tardío del románico, preludio del gótico
que ya avanza con fuerza.
Hasta esta época
fajones y nervaduras son más decorativas que funcionales. Más
adelante serán el modo de transmitir los empujes y por tanto liberar
a los muros de esta función que ya comienza a intuir el arquitecto
románico cuando comprende que para poder hacer muros más altos
ha de hacerlos más ligeros a la vez que los articula con vanos a
distintas alturas. Estárá encauzando las cargas por una serie de recorrido
concretos.
Hasta ahora hemos visto
pies derechos exentos como vehículos de transmisión de cargas.
Si los mismos se hallan adosados a los muros, como si el pilar se hallase
en el interior del mismo y solo una pequeña forma sobresaliese, estamos
hablando de pilastras. Su estructura y función son idénticas.
Varía la condición de exentos o adosados al muro. Por
último, repetir, que la complejidad de la estructura de un sistema
de apeo de cargas está en proporción directa a la elaboración
de las bóvedas que sustentan. Grandes pilares fasciculados, implican
la intención del arquitecto de elaborar en altura unas complejas bóvedas de crucería.