EL ROMÁNICO |
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5.- EL TEMPLO ROMÁNICO
D) - Simbología |
Del templo románico
se dice que es oscuro. Que sus constructores no se atreven a abrir grandes
vanos en sus muros por miedo a debilitar la estructura. Yo creo que no es
así; antes bien lo que pretendieron y desde luego lograron, es un
inteligente y simbólico uso de la luz. Juegos de luces y sombras
para encaminar al creyente desde la oscuridad hasta el resplandor de lo
sagrado. En los mensajes de la Majestad de Cristo se repite. "Yo soy
la luz del Mundo". Y el hombre románico lo reinterpreta con
habilidad y pericia. Comienza por orientar el templo.
Esto es, dirigir su cabecera hacia oriente, hacia el lugar donde nace el
Sol, la luz, el Dios Sol. De nuevo sincretiza y juega con el símbolo
de la luz manifestando los diversos niveles de la misma como símbolo,
desde el puramente físico-astronómico hasta el anagógico.
Luz de la estrella que asciende para morir y tras un paso por el inframundo,
resucita de nuevo por oriente en un ciclo diario de muerte/resurrección
que se manifiesta por ese derramar su luz sobre el altar a través
de tres ventanales. La Trinidad.
Habitualmente la puerta
del templo se halla a poniente. Esto no es un hecho casual. El hombre que
la traspasa accede a un lugar oscuro: los pies del templo. Instintivamente
fija su vista en la cabecera de la iglesia, porque allí está la
luz. Es un lugar luminoso y alegre que lo reclama. Y comienza su peregrinar
por la nave hacia el altar, símbolo del caminar del hombre por la
vida. No es casual que la pila bautismal se halle cerca de la puerta, a
poniente, en el inicio del recorrido. En principio se hallaba fuera del
templo. Solo tras bautizarse se podía iniciar el camino.
Al
llegar al crucero, la luz entra a borbotones por doquier. Desde los vanos
absidales, desde el transepto, etc. Al levantar la vista a lo alto ve la bóveda
celeste, círculo sagrado orlado por los Tetramorfos ubicados sobre
las trompas. Circulo luminoso que lleva implícita la idea de Dios.
Si es creyente no hará falta que nadie le explique nada. Sobran palabras.
Allí está la Luz. Su Luz. El tiempo se detiene, cae de rodillas
y reza.
La puerta de acceso al
templo, es un elemento clave en su simbología. No en vano es una
zona de interfase. Es la frontera entre el mundo exterior, profano, y el mundo interior, sagrado.
Su forma abocinada capta la atención del hombre y lo encamina hacia
su vano, que aparenta estrecho por la grandeza del marco. Y desde capiteles
y arquivoltas lo bombardean mensajes. Algunos los comprende, otros no... Pero
allí están los leones guardianes del templo, hay que tener
cuidado. Pueden ser hostiles si quien accede no lo hace "habiendo liberado de vicios su corazón para no perecer de una segunda muerte".
La puerta. "IANVA"
en acertado comienzo de frase en la epigrafía sobre el círculo
del crismón, símbolo inequívoco de Cristo. Abajo, el
calco de la inscripción de Santa María en Santa Cruz de la
Serós (Huesca), resaltando la importancia de la puerta y la trascendencia
del hecho voluntario de entrar. Puerta que al igual
que la sección del templo se compone de dos elementos: el cuadrado
de su vano, referente terrenal, y el semicírculo en altura, equivalente
celestial y lugar donde se sitúan los símbolos sagrados. Debajo
de la imagen, la trascripción de lo epigrafiado y su lectura.
"+IANVA SVM P-PES-P PER
ME TRANSITE FIDELES FONS EGO SVM VITE PLUS ME QVAN VINA SITITE VIRGINIS
HOC TEMPLUM QVIS(QVIS) PENETRARE BEATUM"
Yo soy la puerta.
Por mi pasan los pies de los fieles. Yo soy la fuente de la vida. Deseadme
más que a los vinos, todos los que entren en este santo templo de
la Virgen.
"CORRIGE TE PRIMUM VALEAS
QUO POSCERE CHRISTUM".
Corrígete
primero para que puedas invocar a Cristo
Invitación a entrar
y advertencia de hacerlo tras penitenciarse. Los leones que guardan la entrada,
desde los lados del crismón, desde las mochetas que lo soportan o
desde los capiteles o contrafuertes -según los templos- constituyen
uno de los símbolos más utilizados en el románico.
El león, rey de los animales, fuerte, poderoso.
Alegoría de Cristo, el León de Judá. Y a la misma vez
ser psicopompo que colabora al transporte de las almas al más
allá. Quizá esta idea provenga de los primeros tiempos del
cristianismo: el león como ente necesario del
que se servía Dios para permitir el sacrificio de los cristianos
en el circo y la ascensión de sus almas al Cielo. León o fiera
andrófaga en las portadas de los templos que devora el cuerpo para
permitir que a través de las fauces de un segundo león surja
el alma pura, desnuda, del creyente. Mensaje que supo interpretar como nadie
el genial Maestro
de Agüero a lo largo de un buen número de templos en el
Alto Aragón.