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El tímpano situado a nuestra
izquierda estaba destinado a mostrar las Tentaciones de Cristo antes
de que se tomase la decisión de ampliarlo, debiendo de rellenarse
su espacio con otras esculturas (Ver
imagen de probable perfil del tímpano original).
El artífice del primer proyecto
de Platerías, limitado en este lado a las Tentaciones, y el el
tímpano izquierdo a los episodios de la Epifanía, Coronación
de Espinas y Flagelación, fue el llamado maestro de las Tentaciones
o de Conques; escultor que sigue el estilo visto en aquella abadía
francesa dedicada a Santa Fe, tan influyente en Santiago durante el
mandato del abad Begon III. Es muy probable que este maestro hubiese
esculpido obra también en Conques.
Sus rasgos distintivos son las cabezas
cúbicas con el pelo "a la taza", narices anchas, canon
corto en las figuras, pliegues planchados en vestimentas con tendencia
al anacronismo, uso del perfil en figuras de tres cuartos, tendencia
al bulto redondeado y una gran variación en la posición
de los pies sobre cornisas que representan el nivel de la tierra (según
M. Castiñeiras).
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En esta primitiva escena podemos distinguir
la figura de Cristo orlado con nimbo crucífero en el que destacan
las letras alfa y omega y la palabra "PAX". Bajo sus pies
una inscripción dice: "DVCTVS EST IN DESERTVM" (Imágenes
4 y 5). A izquierda y derecha sendos ángeles
turiferarios lo confortan (Imágenes 2 y 4).
El situado a la derecha (Imagen 4) porta un delicioso
"botafumeiro" decorado con cabeza humana de cuya boca salen
tallos vegetales (Imagen 6) y sobrevuela una zona boscosa
con serpientes y el perfil deteriorado de lo que debió de ser
demonio.
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Otros dos demonios de aspecto simiesco
y vestidura que recuerda a la de soldados romanos aparecen en la placa
esculpida situada a la derecha de la descrita (Imagen 9).
Se hallan sobre fondo de murallas y puertas y bajo los mismos otra inscripción:
"INMONTEMEXCCISV" (Imagen 10).
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Para completar la decoración
de este espacio del tímpano, ampliado sobre el primer proyecto,
se recurrió a obras del maestro de la Puerta Francígena, algunas
de pequeño formato o fragmentarias y otras de mayos envergadura,
como la placa que representa a tres diablos con cabeza de mono ante
las puertas del infierno (Imagen 12) o el sonador de
cuerno que cabalga a un león sobre el que se colocó otro
detalle recortado que muestra a una leona en lucha con serpiente enrollada
en su cuerpo (Imagen 11)
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Sin demérito de todo lo dicho
y mostrado en este tímpano del lado izquierdo de Platerías,
hay una placa esculpida por el maestro de la Puerta Francígena,
reubicada y recortada en su perfil derecho para poder encajar en el
mismo, que ha tomado protagonismo por la cantidad de opiniones y artículos
que sobre ella se han vertido.
Me refiero a la deliciosa imagen de
la mujer que porta una calavera (Imágenes 13 a 16).
Todo en ella muestra la genialidad de un escultor: su rotunda anatomía.
Los mofletes abultados, ojos saltones, labios gruesos y cabello que
cae deliciosamente desordenado en largas guedejas sobre sus hombros.
Aparece sentada en una sugerida silla
de tijera con decoración de leoncitos en la parte superior, sobresaliendo
a sus lados y garras conformando las patas. Delicados pliegues se forman
en sus vestiduras.
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Ahora bien, lo enigmático de
esta figura, cuyo mensaje trascendente todavía aparece oscuro
a la vista de tanta discusión y tan variopinta opinión
sobre ella, es el hecho de portar en su regazo una calavera humana sobre
unos paños. El mensaje que recibió Aimerid
Picaud ante esta imagen y a la vista de las decididas formas de la mujer
esculpida, no exentas de voluptuosidad, le sugirió que debía
de ser una pecadora obligada a guardar el cráneo de su amante
y a besarlo... Realmente una imaginación excepcional, pero acorde
con su estilo, una vez se le ha leído describir las costumbres
de los habitantes del reino de Pamplona.
Lo que es evidente es que la figura ha sido toscamente recortada para adaptarla al espacio que hoy ocupa y que sin duda no fue su primer destino.
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Personalmente opino que el mensaje transmitido
va más allá de una historia concreta. Más
siento que a través de los siglos me cuentan una historia ambivalente
de vida y muerte. Vida transmitida a través de la mujer, el origen
de todo hombre, y el recordatorio señalado en genial composición
artística de que esta vida es efímera.