El interior del templo es elegante. Transmite
grandeza y serenidad. Una de las circunstancias que se agradecen en este
país es el hecho de que la mayor parte de las veces los templos estén
abierto y no haya impedimentos para acceder ni para fotografiar su interior.
Lugares sagrados, por supuesto; pero a la par "templos de la razón"
multiusos al servicio de una sociedad que tras destruirlos parcialmente,
los reedificó para su utilización colectiva.
El día que visité Lescar,
a principios de octubre de 2009, pasé la mañana en el templo
tomando imágenes y "entretenido" por un ensayo de órgano
acompañado por trompeta que llenaba el templo de sonido haciendo
más agradable mi entusiasmada labor de recogida de imágenes.
Lo primero que llama la atención
en este templo de triple nave es que las laterales no poseen la habitual
nave paralela a la central, bien sea hecha a base de medio cañón
o de arista, sino que cada uno de los tramos laterales posee su propia bóveda
con eje perpendicular al de la nave central (Imágenes 1,
2, 4, 11) proporcionando una estética inusual a las mismas. Cinco pares de pilares cruciformes con semicolumnas
adosadas articulan los cinco tramos de las naves. Al último no se
puede acceder al estar cerrado y hallarse en altura de la nave central el
órgano del XVIII (Imagen 8) que animó mi
visita.
El hecho de disponer las bóvedas
de las naves laterales de este modo, cambia la dinámica de fuerzas
del edificio. Los muros laterales no han de soportar el empuje de las bóvedas
de sus naves puesto que segmentadas, empujan en dirección a la cabecera
y al hastial de poniente. Basta con reforzar aquél para contrarrestarlo
dado que la cabecera ya tiene "per se" el suficiente empaque para
hacerlo. Desconozco
el modelo para erigir el templo de este original modo que propicia imágenes
tan agradables al objetivo de la cámara como la 11.