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La señora que atiende el templo me acompaña con diligencia y amabilidad, a pesar de llegar en horas de andar ya entre pucheros. Me relata la historia del monasterio, las excavaciones realizadas al sur hallando estructuras monásticas, el homenaje de que fue objeto por su larga permanencia en su función -de la que se le nota orgullosa- así como el pesar que le produjo el robo de las puertas de madera del retablo del sagrario poco antes de conmemorarse el milenio del templo.

Al interior, su distribución se compone de cabecera (cilindro absidal y presbiterio), crucero delimitado por dos fajones en función de torales y nave de dos tramos cuadrados cubierta hoy por bóveda de crucería y quizá en principio por techumbre de madera a dos aguas. En el interior de la cabecera hallamos en idéntica situación homólogas líneas de moldura que al exterior: una de ajedrezado bajo el nivel de los ventanales y otra biselada continuando los ábacos de sus capiteles. Por fin, la imposta biselada que delimita bóveda de cuarto de esfera de paramento vertical. Tres ventanales derramados abren en el cilindro absidal. Se decoran por medio de una arquivolta cada uno de ellos, apeada en capiteles con motivos decorativos, columnillas y sus basas. La arquivolta del ventanal central es de baquetón guarnecido de sendas escocias decoradas con bezantes (Imagen 5).