Sobre el
crucero se eleva una estructura octogonal con base de sección cuadrada
que alberga las trompas en sus esquinas para permitir el paso del cuadrado
al octógono (Imagen 1). En sus cuatro lienzos cardinales
ostenta ventanales al modo de los restantes del templo y con la misma decoración
de ajedrezado. Desde las estructuras que contienen las trompas se elevan
pilastras que rebasado el primer ajedrezado continúan con columnas
hasta debajo del alero donde concluyen con su capitel correspondiente. Sustentan
los aleros de naves, cuerpo de bóveda y ábsides, multitud
de canecillos historiados (320, de los que 86 son renovados). Más
adelante veremos algunos.
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3
Cuatro portadas
abren en el templo. Una de ellas en el muro sur del transepto, es inventada.
Tiene forma apuntada y al parecer aquí había una sacristía
que se eliminó, dejando este "adorno" en su comunicación
con el interior (Imagen 5). Las otras
tres son de muy similar hechura: tres arquivoltas, la de en medio de baquetón
y guardapolvo ajedrezado al exterior. También es inventada la de
poniente, cuyo muro estaba casi desaparecido antes de la restauración. La del lado norte está más hacia los pies que la del lado
sur (Ver
planta) y como hecho diferencial, posee capiteles
apeando la arquivolta central (Imagen 3).
Todas ellas se ubican en un cuerpo ligeramente adelantado y cubierto por
tejadillo al que sustentan nueve canecillos historiados (Imágenes
2 a 4).
En la maqueta
que en mi primera visita (2004) estaba expuesta en una carpa montada al
exterior del templo, se aprecia la edificación que recreció
el cuerpo de bóveda/linterna, al que se accedía por estilizada
torrecilla adosada al ábside norte (Imágenes
6 y 7). Apreciamos asimismo las edificaciones que ocultaban el muro norte
por completo.
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Como refería,
la luminosidad rojiza que al atardecer cae sobre el templo, es una tentación
insuperable para apretar una y otra vez el disparador de la cámara.
Las imágenes bajo estas líneas son solo una muestra de las
mismas.
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Sus interminables
filas de canecillos, apretujados por la magia del teleobjetivo, saturan la
pantalla de la cámara y propician imágenes tan bellas como
la 10 en que se comprimen canecillos de la portada norte,
de la nave de ese lado y de la nave central.
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