-SAN ANDRÉS DEL ARROYO. MONASTERIO DE Sª Mª Y SAN ANDRÉS (Cont.)- |
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A la sala capitular se
accede desde la crujía oriental del claustro. Es cuadrada en planta,
midiendo cada uno de sus lados 10 metros. El acceso sigue la estética
de las salas capitulares del císter; pero de nuevo su constructor
no renunció a dejar su sello de genialidad en el mismo. El
vano central está flanqueado por otros dos a cada lado alzados
desde un antepecho en el que apean los grupos de columnas. A primera vista
llama nuestra atención la labor delicada de los capiteles de motivos
vegetales con bolas o frutos o cogollos en sus ángulos. Pero si
nos fijamos más allá de lo artístico en lo constructivo,
nos llevamos la sorpresa de comprobar que todos los capiteles de cada
grupo están labrados en una sola pieza, fusionándose sus
collarinos en los grupos más externos (Imagen 9).
Sencillamente genial. Pero es que también los grupos de basas están
labrados en un solo bloque pétreo.
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En los grupos centrales
de cada dos vanos laterales aligera la estructura a base de sustituir
el pilar cruciforme central por una columna algo más gruesa, con
su respectivo capitel que apenas se ve y una graciosa decoración
a mitad de su fuste (Imagen 6). Ello permite la sensación
de levedad cuando se alinean los fustes a contraluz como en la imagen
11.
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Los arquillos lucen tres
arquivoltas abocinadas tanto al exterior como al interior, con su guardapolvo
corrido, todo ello dentro de la misma estética y formalidad de
lo visto en las arquerías del claustro. Sobrios; pero sin renunciar
al toque decorativo ya que en el intrados del vano de acceso labró unos
bellos motivos florales, que solo contemplaremos si elevamos la vista
al alto (Imagen 17)
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Al interior hay una doble
bancada corrida elaborada en piedra sillar para que las monjas puedan
sentarse en la superior y apoyar sus pies en la inferior. De ese modo
la sillería se reduce al máximo: tan solo el correspondiente
respaldo de madera para delimitar cada puesto (Imágenes
10 a 12). En el muro de cabecera,
al este, abren dos alargados y bellos ventanales decorados al modo de
los ya vistos en otros lugares del templo (Imagen 12).
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Levantar la vista a lo
alto es disfrutar de una bóveda gallonada con ocho radios que arrancan
de columnas en los ángulos y ménsulas a mitad de cada uno
de los muros. En la estructura de cada uno de las aristas angulares
el arquitecto dejó un óculo en cada una de ellas, sin más función
que la decorativa; o quizá otra vez para demostrar que era capaz
de hacerlo (Imágenes 15 y 16 ).
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La clave de la bóveda
es una elaborada pieza que luce un delicado florón central con
profusa decoración vegetal (Imagen 14).
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