LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO

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EL ROMÁNICO
   

4.- ETAPAS DEL ROMÁNICO

A) - Estilos de Arte Románico


a-4) El Románico del Gállego (2/5)

Estos templos (apenas diecisiete) fueron “redescubiertos” en 1922 por Rafael Sánchez Ventura y el fotógrafo Joaquín Gil Marraco a los que un cazador de la zona les habló de su olvidada existencia. En 1933, Rafael Sánchez publicó el hallazgo junto a Francisco Íñiguez Almerch en Archivo Español de Arte y Arqueología, Centro de Estudios Históricos. Ya desde su redescubrimiento surgió el germen de la polémica dado que de ellos dijeron quienes los sacaron del olvido: “Parecen traducir estas iglesias un mozárabe mal interpretado...”

Quizá en esa primera aproximación a estos templos y en el enjuiciamiento citado pueda radicar el germen de la denominación que por "romanticismo" se usó para definirlos. El término "Románico" ya estaba vigente. También el referente al arte "Lombardo". La necesidad científica de catalogar y encasillarlo todo, con sus respectivos "filum" de antecedentes y consecuentes propició su encasillamiento como "templos mozárabes de Serrablo". En el fondo, con el pensamiento de hoy, podría decirse que se estaba acuñando una marca o seña de identidad corporativa. A mi modo de ver el acierto fue reconocer a este grupo de templos como "diferentes" porque realmente lo son en tanto en cuanto que en ellos convergen una serie de elementos diferenciales no presentes en otros templos. Y éstos son los arcos de herradura o falsa herradura, la existencia de alfices de ascendiente islámico y las torres-campanario con claras raíces islámicas. Pero sobre todo, un elemento nuevo y diferenciador como es la decoración que les añaden a sus ábsides entre los arquillos ciegos y la cornisa. Me refiero a lo que se conoce como "friso de baquetones" ubicado entre una moldura tórica y la cornisa a la cual sustentan.

Por otro lado, los detractores del "mozarabismo" de estos templos se basan en las claras coincidencias de su estilo básico con el extendido y pujante arte lombardo/lombardista omnipresente en las zonas orientales de Aragón y cuyo empuje y expansión solo pudo ser frenado por el triunfo de Cluny y su movimiento ideológico-religioso-artístico: El Románico.

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La forma lombarda de edificar en Aragón la encontramos en pequeñas iglesias, grandes monasterios y en edificaciones de carácter militar. Su construcción se lleva a cabo con sillarejo apenas desbastado a maza, con muros de tres capas (dos vistas y una tercera central que les aporta solidez), con bóvedas de medio cañón o de arista, con presbiterios atróficos tan apenas señalados y sobre todo con ausencia de decoración escultórica. La elegancia de esta forma de edificar se basa en los juegos de luces y sombras que producen sus elementos adosados a los paramentos verticales. Lesenas que animan y articulan muros y ábsides a la vez que ofrecen soporte a los arquillos ciegos que en altura adornan cabeceras y muros laterales.

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Uno de los elementos que hemos señalado como propio del arte lombardo es la existencia de "dobladura lombarda" en algunos vanos. Su finalidad es estética y consiste en colocar una serie de sillarejos a soga perfilando el trasdos de los vanos y formando una especie de sobrecírculo ornamental que además ayuda a homogeneizar el medio punto del arco.

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Queda patente que aun careciendo de decoración escultórica es un arte que no renuncia a la belleza estética Ya he mencionado las lesenas y los arquillos ciegos. En esta línea es frecuente encontrar un acabado decorativo en la altura de los cilindros absidales. Por encima de los arquillos ciegos y hasta llegar a la cornisa, es frecuente hallar motivos decorativos enmarcados en ocasiones por sendas molduras. Así son frecuentes las decoraciones de "dientes de sierra" o "esquinillas" como ocurre en los ábsides laterales del monasterio de Obarra (Imágenes 1 y 3). Algo similar hallamos en otros edificios más modestos, como la ermita de San Clemente de Palo (Imagen 6)

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Para la decoración del ábside central de Santa María de Obarra se optó por algo más elaborado que los frisos de esquinillas utilizados en los ábsides laterales. Allí, entre las dos molduras longitudinales sobre la arquería ciega se implementó un sistema de lajas entrecruzadas a modo de aspa que le aporta un toque de elegancia al edificio (Imágenes 1 y 2). En otro monasterio con influencia lombarda como es el de Alaón, el motivo decorativo elegido en sus muros fue el de tacos de sillarejo tresbolillados formando una auténtica y primitiva forma de ajedrezado (Imagen 5). En las cabeceras, este motivo cede paso a un friso de esquinillas que aquí consta de tres filas superpuestas (Imagen 4).

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En fin que, a pesar de la sencillez edificativa, los constructores lombardos no renunciaron a usar motivos decorativos ni tampoco a probar con diferentes formas de llevarlos a cabo usando los materiales a su alcance para generar sucesiones de diferentes figuras geométricas entre la cornisa y los arquillos ciegos, por lo general entre dos filas de sillarejos formando molduras.

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Hay un templo en Huesca situado en mitad de la nada entre los embalses de Belsué y de Vadiello que fue rescatado del olvido en 1974 gracias a miembros de Peña Guara. Consolidado en su estado de ruina es un referente que plantea más dudas de las que aclara. Me refiero a la ermita de la Virgen de Sescún (Imágenes 7 y 8). Cronológicamente es el único enclave de esta corta serie del que se tienen constancia documental. Durán Gudiol cita que "el 15 de diciembre de 992 el presbítero Mancio lego en testamento al monasterio de San Úrbez de Nocito propiedades en Sescún, San Saturnino, Onás y Villobas".

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En Sescún encontramos una forma decorativa en consonancia con lo que hasta ahora hemos visto en templos lombardos. En altura del ábside, entre los arquillos ciegos y la cornisa colocan elementos decorativos repetitivos entre dos toscas molduras corridas. Los elementos decorativos aquí no son esquinillas ni lajas ni taqueado. Aquí son elementos a modo de pequeñas columnillas verticales que le aportan un aire peculiar. Columnillas poco trabajadas que no son sino sillarejos de semejante altura colocados de modo sucesivo, verticalmente y a tizón. Es obvio que estoy describiendo el emblemático y definitorio friso de baquetones de las iglesias del Gállego de las cuales Sescún pudiera ser la primera de todas ellas.

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En las formas típicas de las iglesias del Gállego, los frisos de baquetones, al igual que el resto de los elementos edificativos muestran una esmerada y repetitiva forma de preparación. Los frisos de baquetones aparentan ser una sucesión de columnillas colocadas en vertical decorando la zona alta de la cabecera de estos templos.

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Cuando se tiene la suerte de poder observar uno de estos edificios arruinado, como el que hay en el parque de Sabiñánigo procedente de la población de Gavín, es posible comprobar que los baquetones no son otra cosa que sillarejos en los que su borde libre ha sido trabajado para darle forma redondeada. Estas piezas lo mismo pueden usarse para formar las molduras tóricas del ábside, colocándolas horizontalmente, como en sucesión vertical para generar el emblemático friso de baquetones. Es un progreso más en la decoración que los herecderos del modo de hacer lombardo plasman aquí de un modo totalmente novedoso.

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