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Los Vanos: Ventanas
En Arquitectura. el vano
se define como "Parte del muro o fábrica en que
no hay sustentáculo o apoyo para el techo o bóveda; p. ej.,
los huecos de ventanas o puertas y los intercolumnios."
Los vanos, como elementos
de ruptura de la continuidad del muro, debieron de suponer para los primeros
constructores de templos un verdadero quebradero de cabeza puesto que suponía
debilitar la estructura y por tanto introducir un lugar por el cual pudiera
fallar la fábrica. Quizá por eso las
iglesias primitivas tienen un ambiente de semipenumbra. No tanto por lo
simbólico (que también) como por lo estructural. Cuando hay
vanos en ellas adoptan forma aspillerada. Es la forma más elemental
de generar un vano. Dintel plano y muy pequeña apertura del muro.
En ocasiones el dintel se rebaja un poquito, comenzando a adoptar una forma
que anuncia el medio punto de los ventanales de la época florida.
Es habitual que al interior
del templo estas angostas aspilleras se amplíen, a modo de saeteras.
Esta condición recibe el nombre de "derrame". Y derraman
hacia los laterales, hacia abajo (las más arcaicas lo hacen en forma
escalonada) y en altura a lo que se denomina "capialzado". Como
si fuese una bocina pétrea que intentase por medio de sus formas
multiplicar la luminosidad sin renunciar a la fortaleza del muro y a su componente defensivo.
En el esquema bajo estas
líneas, muestro en sección algunas de las formas más
frecuentes de los ventanales románicos. La aspillera que permite
el paso de luz puede quedar junto al exterior, al interior o a mitad de
muro, originando los perfiles mostrados. Son aperturas suficientes para
el paso de la luz (escasa); pero que impiden el acceso de una persona al
interior.
Los ventanales más
habituales en el templo románico, muy variables en lo decorativo,
adoptan en altura la forma de medio punto que por lo general es dovelado
aun cuando no sea excepcional hallar el medio punto labrado en un bloque
monolítico. Ya se dijo en otro lugar de la introducción que
uno de los paradigmas del arte románico consistió en el abandono
de las líneas rectas clásicas y la recuperación del
arco de medio punto; estructura básica para conducir las cargas de
fuerza de modo que salvaguarde el dintel hasta el punto de poder prescindir
del mismo o dejarlo reducido a simbólicas mochetas.
Desde los templos más
arcaicos edificados en sillarejo, hasta los de hechura plena o tardorrománica,
en todos podemos hallar esta solución con múltiples variantes
y formas de hacer.
En los tres ejemplos que
presento bajo estas líneas seguimos hallando el vano -propiamente
dicho- de pequeña luz, aspillerado. Pero ya ha cambiado la decoración.
Los tres lucen los distintivos que la orden cluniacense difundió
por toda la cristiandad. Arquivoltas aligerando el muro que enmarcas y adornan
el punto de acceso de luz al templo, molduras o guardapolvos decorados con
ajedrezado jaqués, capiteles esculpidos, etc.
Y no solo hallamos ornamentación
a base de una arquivolta decorada sino que los adornos se abigarran encontrando
ventanales muy abocinados con dos e incluso tres arquivoltas en degradación.
Ello ya supone una perfección en la aplicación del conocimiento
de transmisión de empujes en el arco de medio punto. Los constructores
ya saben que pueden calar el muro sin debilitarlo y que las fuerzas, a través de los
sucesivos arcos, descargarán por medio de ábacos, capiteles,
columnillas y basas; además de por los elementos no decorativos que
se alternan con los mismos.
Hasta ahora los ejemplos
mostrados tienen el vano muy estrecho, aspillerado. Pero en la etapa plena
de este arte, abrir vanos mayores ya no es un problema (ni funcional ni defensivo). Jaca y León,
mostrados debajo de estas líneas, son un ejemplo evidente y bello
en la hechura del ventanal románico. El ábside sur de Jaca
es un paradigma en esta forma de edificar. Un problema
añadido al ampliar la luz de los vanos es el hecho de que son puntos
permeables que posibilitan el acceso al interior del templo. La solución
vino dada por medio de las magníficas verjas de hierro forjado como
podemos advertir en el ejemplo de León donde la reja original permanece todavía in situ.
Hasta aquí las formas
clásicas más extendidas que veremos en los diferentes templos
que recorramos. Pero también podemos hallar vanos de influencia hispano-mozárabe
de tradición visigoda que utilizan el arco de herradura. Los tres
ejemplos que aporto corresponden al Románico del Gállego donde
se utilizaron con profusión y elegancia estos pequeños arcos de herradura.
Y por fin, tres ejemplos
de otro tipo de vanos de iluminación. Diferentes a lo hasta ahora
mostrado. Uno es el vano cruciforme, muy fácil de fabricar a base
de utilizar sabiamente los huecos en tres hiladas consecutivas de sillares.
El efecto lumínico al interior del templo es muy bello. Otro es el vano
redondo u óculo. De pequeño formato, como en el caso de San
Clemente de Tahull o de grandes dimensiones como en la colegiata de Toro.
Este último ya apunta la tendencia al rosetón que se utilizará
profusamente durante el periodo gótico.
Sin lugar a dudas, el modelo
precursor de los vanos redondos en el Románico Pleno hay que rastrearlo
en la catedral de San Pedro de Jaca. Las imágenes bajo estas líneas
muestran el óculo que ilumina el interior de los pies de la nave
sur desde el hastial de poniente de la misma. Redondo, rehundido al exterior,
derramado al interior y orlado por decoración circular de ajedrezado
jaqués en ambas caras. Todo un paradigma. Poco más
tarde el modelo sería repetido para iluminar desde los cuatro punto
cardinales la linterna de la sobreelevada cúpula de la iglesia de
San Pedro del castillo de Loarre.