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Los Vanos: Puertas.
La puerta de acceso al
templo, además de la evidente utilidad funcional de permitir el paso
a su interior, tiene un simbolismo que la eleva a lugar preeminente en la
colocación de mensajes tanto escritos como escultóricos. La
puerta como lugar de tránsito entre dos mundos es un verdadero interfase entre lo profano y lo sagrado. Entrar al templo
tiene una gran carga de simbolismo y ese acto tantas veces repetido de
forma rutinaria viene matizado y advertido -entre otros- en la epigrafía
existente en el aro marco del crismón existente sobre la portada
de Santa María en Santa Cruz de la Serós (Huesca):
La misma comienza, arriba
a derecha de la cruz, con la sentencia: "JANUA SUM". ("Yo
soy la Puerta"). Definitiva. Rotunda. El resto: "+IANVA
SVM P-PES-P PER ME TRANSITE FIDELES FONS EGO SVM VITE PLUS ME QVAN VINA
SITITE VIRGINIS HOC TEMPLUM QVIS(QVIS) PENETRARE BEATUM"
Yo soy la puerta.
Por mi pasan los pies de los fieles. Yo soy la fuente de la vida. Deseadme
más que a los vinos todos los que entren en este santo templo de
la Virgen.
Y sobre el dintel: "CORRIGE
TE PRIMUM VALEAS QUO POSCERE CHRISTUM".
Corrígete
primero para que puedas invocar a Cristo
En su forma más
simple la puerta adopta la forma de vano rematado por arco de medio punto
dovelado. Sobre estas líneas, la puerta original del monasterio de
Obarra (Huesca). Edificada al modo lombardo posee una arquivolta muy simple
con capiteles rudimentarios, amén de la dobladura lombarda del arco
tan característica de ese estilo. En buena parte es decorativa pero
es evidente que también contribuye a reforzar el efecto de desvío
hacia las jambas de la carga del muro situado por encima.
Es obligado hacer referencia
al mundo hispanovisigodo, verdadero antecedente formal del arte romano hispano.
Y al igual que dejó huellas tan importantes como la introducción
de la nave crucero, también podemos rastrear su influjo en ciertas
puertas de este momento. Sobre estas líneas, arriba, la portada de
acceso a la basílica de San Juan Bautista en Baños de Cerrato.
Edificada por Recesvinto en el año 661 según reza epigrafía
al interior, su arquitectura sirvió de modelo para otras muchas portadas.
La modesta y arruinada
ermita de Santa María de Espierre luce orgullosa y recién
restaurada gracias al empuje del recientemente desaparecido Julio Gavín,
presidente de Amigos de Serrablo (+ verano de 2006). Posee un perfecto arco
de herradura edificado con sillarejos y una tosca y descentrada clave triangular
que la da el toque de magia al conjunto (a la izquierda de las tres sobre estas líneas).
En
San Isidoro de León, la portada de acceso al panteón desde
los pies del templo, muestra el mismo arte repetido por tres veces y con
un guiño al mozarabismo en el intrados del arco más interno
que es hexalobulado. (imagen del centro)
Mozarabismo que a decir
de Durán Gudiol es el arte que refleja la portada rehundida en alfiz
de San Pedro de Lárrede. Aparenta una herradura pero no lo es. Es
un arco de medio punto peraltado al que las bien labradas impostas le aportan
ese aire de falsa herradura. Es un trampantojo arquitectónico (a la derecha de las tres superiores).
No
muy lejos, en Siresa, la fachada de poniente de su iglesia de San Pedro luce
esa portada en forma de "túnel telescopado" obligado por
situarse bajo la torre-tribuna (izquierda de las dos superiores). Mas adelante llega
de la mano de Cluny el modelo "oficial" de portada, que se extenderá
con los templos a los que acertadamente denomina García Guinea como
"El Románico Dinástico" por ser obra de los sucesores
de Sancho III el Mayor. Estamos hablando de San Isidro de Dueñas
en Palencia (en la foto superior derecha), Jaca (Huesca), Frómista
(Palencia); San Isidoro de León (León) o San Pedro de Loarre
(Huesca), entre otros. Son portadas monumentales, levemente
abocinadas, con variable número de arquivoltas de baquetón,
ábacos corridos decorados con palmetas u otros motivos; capiteles
clásicos, fustes, basas áticas y molduras al extradós
sobresalientes que decoran con ajedrezado jaqués. En líneas
generales es la descripción general que cuadra a las mismas.
A este modelo corresponde
la no hace mucho descubierta portada monumental del monasterio de San Zoilo
en Carrión de los Condes (arriba). Se encontró en un maravilloso
estado de conservación y en ella se reutilizaron elementos procedentes
de algún yacimiento romano próximo, como los fustes monolíticos
de mármol. Una vez más la imbricación de mundo romano
y románico, que le presta materiales y modelos como ocurrió
con el sarcófago de Husillos y algunos capiteles de Frómista.
Maravilloso monasterio de San Zoilo, que a buen seguro nos reserva alguna
otra sorpresa más. El tiempo lo dirá.
A partir de este modelo,
en la eclosión del románico pleno y a lo largo de todo el
siglo XII, la hechura de la portada se repetirá con el mismo esquema general
adaptado a cada templo y lugar geográfico. Sobre estas líneas,
el precioso ejemplo de Artáiz (Navarra) y la incomparable portada
de Santa María de Uncastillo en Zaragoza. A
partir de este momento las portadas se tornan recargadas y plenas de esculturas
y adornos como en los ejemplos de Santo Domingo de Soria y Santa María
la Real de Sangüesa, bajo estas líneas.
También
hallamos en ocasiones el vano dividido en dos por parteluz, al modo de la
catedral de Santiago, o de sus modelos franceses. La Porta Speciossa de
Leyre (abajo) es una muestra cercana de este detalle.
En la etapa avanzada del
románico, de nuevo se torna hacia la sencillez de líneas,
no exenta de matices de islamismo. Decoración en ocasiones más
propia de la eboraria que de la talla de la arenisca. La Seo Vieja de Lérida
es un buen exponente de lo dicho (abajo izquierda). Junto a ella, la puerta del Obispo de la catedral de Zamora.
Ya en los momentos finales del románico,
el Cister impondrá su sencillez en lo tocante a la desnudez de lienzos
y la simplicidad en los capiteles. Lo que no es óbice para que portadas
como la de Villanueva de Sigena (Huesca) impresionen por la exhibición
de su repetitivo abocinamiento.