5-e) Bóveda
de cuarto de esfera o de horno.-
Esta bóveda que
dejo para el final, es en cambio la más trascendente en cuanto
a relevancia en el templo románico. Y ello porque está llamada
a cubrir el lugar más sagrado y preeminente en importancia en el
mismo: la cabecera. En su superficie será donde los artistas del románico
plasmen sus mensajes pictóricos mostrando a Cristo en Majestad
rodeado de los Tetramorfos, como describe el Apocalipsis.
Su técnica edificativa
no difiere en nada de la utilizada para fabricar la de media esfera, salvo
que la cimbra es la mitad de la anterior. Luego, hiladas concéntricas
de dovelas perfectamente talladas en cuña en cuatro de sus seis
caras. Y al final, estabilizando el conjunto, la dovela-clave. Sobre la bóveda, en su trasdós, se aplicará una capa de mortero
de cal para rellenar los huecos y dar uniformidad a toda la obra haciéndola
funcionalmente monolítica.
Sobre este esquema básico
se añadieron elementos decorativos, como los arcos fajones a modo
de triunfales en los que en ocasiones convergen nervaduras radiales más
o menos decoradas. Pero lo básico, la bóveda, está
siempre allí detrás. Bóveda,
que al igual que sucede con lo visto en las de la nave, llegado el momento
del románico tardío se apuntará como podemos ver
en la imagen bajo estas líneas.
La perfección
de hechuras de las cabeceras de los templos y su correcto acabado en contraste
con lo visto en las naves de los mismos, así como el hecho de que
sean muchas las ocasiones en que arruinada la nave
persista la cabecera, hace pensar que esta parte del templo, sagrada y
emblemática, fuera edificada por grupos especializados de operarios
dejando la fábrica de la nave para otros menos avezados.