La escultura románica
como complemento que es de la arquitectura se subordina al marco que
ésta le presta. Es lo que se conoce como "ley
de adaptación al marco". El artista dispone
de un espacio definido y al mismo ha de adecuar la escena, incluso colocando
a los personajes en forzadas posiciones como podemos apreciar en el gastado
tímpano del martirio de San Lorenzo en las ruinas de la iglesia
de su advocación en Uncastillo (Zaragoza). Tanto el verdugo que
aviva el fuego como el emperador Valeriano, situados en los extremos del
tímpano, se hallan encorvados, encorsetados por "el marco".
Otra característica
es la búsqueda de una decidida simetría, que podemos comprobar
en capiteles con los motivos de sus caras dispuestos en forma especular
o incluso compartiendo formas en su línea de encuentro. Así
son frecuentes los leones que tienen dos cuerpos y una sola cabeza en
la arista del capitel.
Y junto a la búsqueda
de simetría, la deliberada forma de cruz adoptada por algunas composiciones,
como es el caso del excepcional capitel de la creación de Adán
en Alquezar (Huesca). La Divinidad, tricéfala/trinitaria, infunde
el alma a Adán tocando su oído. Adán, dispuesto en
horizontal, compone el travesaño de esa simbólica cruz.
Las ideas abstractas
de las escrituras hallaran su reflejo en la piedra. Así veremos
interpretados pasajes del Antiguo Testamento: creación del mundo,
creación de Adán y Eva, Caín y Abel, El Diluvio Universal,
Sansón desquijarando al león, Daniel en el foso de los leones,
el Seno de Abraham, Y también del Nuevo Testamento con pasajes
de la vida de Cristo desde la anunciación hasta su muerte y resurrección,
aparición a sus discípulos o su ascensión a los cielos.