LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO

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EL ROMÁNICO
   

5.- EL TEMPLO ROMÁNICO

B) - Decoración


B-3) Pintura (1/3).

La pintura en los templos románico constituyó el acabado final de los mismos. Hoy la tendencia a pensar que la piedra vista es bella, y que la esencia del románico son sillares perfectamente escuadrados transmitiendo sensación de solidez y trascendencia, nos ha hecho perder el norte en este sentido. Un templo no se consideraba definitivamente terminado hasta no haber sido enlucido y muchas veces decorado con temas pictóricos cuyo carácter es al igual que lo visto en la escultura, decorativo, figurativo y catequético. Pero no solo las pinturas se realizaban al interior del mismo sino que el exterior también estuvo decorado en algunas zonas. En especial en los lugares más sensibles del mismo como la puerta de acceso. Y si en escultura es exigua la nómina de Maestros de los que sabemos su nombre, en pintura es aún menor. Por eso, el hecho de que en la portada oeste de Iguacel (Huesca) haya quedado epigrafiado el nombre de quien la pintó (Galindo Garcés) es una feliz excepción. (Ver templo). En templos donde los recursos eran más limitados, tras el enfoscado, si no era posible llevar a cabo una decoración pictórica adecuada, se podía recurrir a decorarlos por medio de despiece figurado de sillares. En Villamana, por ejemplo, tras arrancar su pantocrator -expuesto en el Museo Diocesano de Barbastro-Monzón, apareció bajo el mismo restos de una primera fase de despiece figurado de sillares.

SAN ISIDORO DE LEÓN. DETALLE

La zona más sagrada del templo es sin duda su cabecera. Es allí donde se desarrollan los temas más bellos y que han de despertar las sensaciones previstas en la feligresía. El cascarón absidal es el lugar donde hallamos las Maiestas Domini. Cristo en mandorla rodeado de los Tetramorfos según interpretación literal de los textos del Apocalipsis. Pinturas que al igual que ocurre en escultura y talla, están dominadas por el hieratismo, la simetría y la adaptación al marco arquitectónico. Bidimensionalidad, ausencia de proporciones y perspectiva son la norma en este arte. La mayor parte de las pinturas se efectuaban al fresco. Los pigmentos diluidos en agua de cal eran aplicados sobre el enlucido cuando aún estaba húmedo penetrando con facilidad en todo su espesor y llegando el color hasta los propios sillares que lo sustentan. Al secarse cristaliza y adquiere una notable dureza y estabilidad.

Un ejemplo de la penetración de los pigmentos en el enlucido lo podemos ver pasando el puntero sobre la imagen inferior derecha. Corresponde al cilindro absidal de Bagüés. Las pinturas se trasladaron a lienzo arrancando las capas de enlucido sobre las que se realizaron (técnica de "strappo"y se exponen en el Museo Diocesano de Jaca. A pesar de ello, en Bagüés pueden advertirse restos de las mismas. Las pinturas pueden arrancarse de su lugar de origen trasladando a lienzo o a estructura que remede la forma de su soporte. Capas de enlucido que se arrancan y que en ocasiones deparan sorpresas, como ocurrió en San Juan de Ruesta en Huesca ya que al arrancar el Pantocrator advirtieron que había una segunda cara oculta debajo de la visible (abajo a izquierda), quizá un primer boceto del pintor que cambió de opinión, lo cubrió de yeso y volvió a pintar sobre él.

Las modas cambian así como los gustos. Del mismo modo que el pintor de Ruesta cambió de idea y repintó la cara de Cristo, en San Juan Bautista de Rasal (Huesca), con el cambio de modas acabaron -como en tantos otros lugares- aplicando una capa de enfoscado sobre las pinturas a fin de que resaltara la estética de un retablo al uso.

Un oportuno desconchón del enfoscado, me permitió "descubrir" el día de Santa Águeda de 2003 la existencia de una pintura mural de la que asoma parte de la mandorla a base de amarillo y rojo y el Tetramorfos de San Marcos, en forma de León alado y nimbado con su Evangelio (Imágenes bajo estas líneas). Se ha conseguido (a base de dar mucha guerra) la restauración y consolidación del templo y poder ver recuperadas lo que resta de esas pinturas. (VER RESTAURACIÓN DE PINTURAS Y TEMPLO)

SAN JUAN BAUTISTA DE RASAL(HUESCA). PANTOCRATOR INÉDITOSAN JUAN BAUTISTA DE RASAL (HUESCA) TETRAMORFOR DE SAN MARCOS

Los modelos en que bebió el pintor medieval, aparte de dejar en ocasiones volar su imaginación, procedían del mundo bizantino dominado por los mosaicos. También los beatos debieron de constituir una fuente magnífica de inspiración por su facilidad de transporte.

SAN BAUDELIO DE BERLANGA (SORIA) EN MUSEO DEL PRADO (MADRID)

De gran belleza estética, por lo estilizado de sus primitivas formas, son las pinturas que decoraron la iglesia de San Baudelio de Berlanga (Soria) y que en parte hoy se encuentran en el Museo del Prado de Madrid y que son un referente en este arte. Templo mozárabe del XI y pinturas del primer tercio del XII que a pesar de su sencillez, muestran un dinamismo impropio del hieratismo románico. La escena de la caza de las liebres (arriba) es una buena muestra de lo dicho. La caza del oso, medallones con fieras monstruosas de regusto mozárabe, la personalidad del cazador mostrada en un realista retrato... Todo ello en las imágenes inferiores.

SAN BAUDELIO DE BERLANGA (SORIA) EN MUSEO DEL PRADO (MADRID)SAN BAUDELIO DE BERLANGA (SORIA) EN MUSEO DEL PRADO (MADRID)

Sin salir de ese espacio en el Museo del Prado, en una salita que reproduce el interior de la iglesia Segoviana de la Vera Cruz de Maderuelo se hallan las pinturas que decoraron este antiguo templo de cabecera plana. Sus representaciones se remontan al primer tercio del XII. Bajo estas líneas un detalle del Pecado Original.

MADERUELO (SEGOVIA), EN EL MUSEO DEL PRADO (MADRID)

Otras veces lo pintado son sencillas formas geométricas y símbolos de difícil interpretación. Abajo las pinturas que decoraban el ábside central de San Juan de Pano (Huesca), templo lombardo de factura rústica. Círculos, cruces patadas, cruces con otras cruces dentro de sus brazos, pentalfas, etc. en tonos rojo y amarillo. Trasladadas a lienzo, se hallan en el Museo Diocesano de Barbastro (Huesca).

SAN JUAN DE PANO (HUESCA). EN MUSEO DIOCESANO DE BARBASTRO (HUESCA)

En el Museo Diocesano de Jaca (Huesca), hallamos trasladados a lienzo a dos apóstoles procedentes del ábside de Santa Eulalia de Susín, iglesia del círculo larredense próxima a Biescas. Son conocidos como "Los llorones de Susín" y sus formas revelan un gran arcaicismo amén de una técnica muy poco depurada.

LOS LLORONES DE SUSÍN (HUESCA). EN MUSEO DIOCESANO DE JACA (HUESCA)

En la zona oriental de la península hubo un importante foco pictórico con personalidad propia. Figura sobresaliente fue el conocido como "Maestro de Tahull" que decoró el interior de la Iglesia de San Clemente en Tahull (Lérida) con el celebrado Pantocrator, cuya reproducción in situ muestro abajo a izquierda.

Otro gran exponente fue el "Maestro de Pedret" a cuya mano se atribuyen las bellas y desconocidas pinturas de la capilla de San Agustín en Roda de Isábena (Huesca). Abajo a derecha vemos uno de los rostros mejor conservados. La hechura de estas pinturas, la soltura y simplicidad de sus trazos que sin embargo crean imágenes muy bien definidas, llevó a relacionar éstas con el llamado "Maestro de Tahull". Estudios posteriores, en cambio, las relacionan con el "Maestro de Pedret" vinculado a San Ramón; por haber sido quien decoró la catedral de San Licerio de Coserans, lugar de procedencia del santo ("Las Catedrales de Aragón"; 1987. Manuel Iglesias Costa).

COPIA IN SITU DEL PANTOCRATOR DE SAN CLEMENTE DE TAHULL (LÉRIDA)PINTURA DE LA CAPILLA DE SAN AGUSTÍN. rODA DE ISÁBENA (HUESCA)

Hablar de pintura románica en Aragón es hablar de San Ramón, Obispo de Roda-Barbastro. Él desempeñó una auténtica labor de mecenazgo atrayendo artistas que dejaron sus obras en los templos dependientes de su episcopado.

Tres grupos o corrientes pictóricas cuajaron en lo que hoy conocemos como "Maestro de Pedret" , "Maestro de Tahull" y "Maestro del Juicio Final" , cronológicamente ordenados. Sus talleres generaron obra en la capilla de San Agustín en Roda de Isábena , San Clemente de Tahull y Santa María de Tahull , respectivamente.

En esa época no existía el obispado de Lérida, que aparecerá tras su reconquista en 1149. (LA PINTURA ROMÁNICA EN ARAGÓN. Gonzalo Borras - Manuel García Guatas. CAI-Z 1978)



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