La época románica
es un momento en que la mayor parte de la población era analfabeta.
Solo unos pocos de sus miembros -la mayoría clérigos y algunos
miembros de la nobleza- estaban en condiciones de leer y escribir. Y bastantes
de ellos no mucho más allá de su propia firma. La cultura
brilla por su ausencia y ese momento histórico se ha comparado en
ese aspecto con un largo y oscuro túnel a lo largo del cual los monasterios
fueron los guardianes de la palabra escrita, tanto religiosa como científica
e histórica. Las bibliotecas del monacato atesoran
libros y sus amanuenses los copian generando nuevos volúmenes que
abastecerán los fondos de la siguiente fundación monástica.
Y así una y otra vez. Objetos de tremendo valor tanto por su contenido
que es en ocasiones la propia memoria de la civilización grecolatina,
como por su propio valor material. Solo hay que pensar que para crear el
soporte en pergamino de algunos volúmenes era necesaria la piel de
un rebaño entero de ovejas. Luego habría que poner en marcha
una infraestructura suficiente y poco extendida en ese iletrado momento
hasta crear las bellas obras que los scriptoria monásticos daban
a la luz en ocasiones en modo tan bello como algunos de los "Beatos"
que hasta nuestros días han llegado. Desde
los focos monásticos, cuando la sociedad medieval estuvo en condiciones
apropiadas para recibirla, eclosionó y se difundió la cultura.
Fue el momento del auge de las letras y las artes. El Renacimiento.
Hago esta introducción
para situar el tema y valorar en su justa medida el hecho de que los artistas
románicos plasmaran palabras escritas en sus obras. Saber de letras
era tan poco frecuente que depositar la palabra escrita en la obra románica
debió de ser un verdadero alarde. Muestro en este capítulo algunas imágenes de textos labrados en piedra o incluidos en
temas pictóricos, excluyendo los que en soporte de pergamino constituyeron
el grueso de la obra escrita medieval.
La portada del templo de
la localidad palentina de Revilla de Santullán guarda un ejemplo
paradigmático acerca de la idea que transmito. Allí no es
que el Maestro escultor de la portada dejase su firma, sino que tuvo la
"osadía" de posar en pétreo autorretrato con sus
herramientas del oficio (maza y cincel) y situarlo en uno de los extremos
del apostolario que había labrado. Desde allí
nos mira a los ojos. Sentado y con un libro abierto sobre su sitial, signo
inequívoco de estar en posesión de ese raro don de comprender
y transmitir la palabra escrita. Y en el intrados de un arquillo de medio
punto sobre su cabeza lo proclama casi con insolencia: "MICAELIS
ME FECIT". Inapelable. Nuestros respetos al Maestro .
No son abundantes los ejemplos
de Maestros que dejan su firma para la posteridad, probablemente por la prohibición de hacerlo señalada en la regla benedictina como norma de humildad. Son muy pocos los que
son conocidos por su nombre, siendo lo habitual que se aluda a ellos por
el lugar donde dejaron obra destacada con estilo atribuible bien a una sola
mano o a un taller que siga unas líneas estilísticas similares.
(El Maestro -o Taller- de San Juan de la Peña..). Sobre
esas líneas la firma de "Nicolao" en el lado de poniente
de la portada sur en Santa Eufemia de Cozollos (Palencia): "NICOLAO
ME FECIT". Abajo, en la portada
de poniente del templo monástico cisterciense de Puilampa próximo
a Sádaba (Zaragoza) dejo su firma "Bernardus" a lo largo
de la dovela clave y las dos contiguas: "BERNA- R DVS M-
E FECIT" .
Otra firma que nos evoca
a uno de los maestros que trabajó en el templo de Santiago de Agüero
(Huesca) es la situada en el arranque de la columna interior suroeste:
"DCIA DARESA MEF" (Decia de Aresa me fecit).
En el abandonado lugar
navarro de Guerguitiain el maestro dejó su firma en la cesta del
capitel interior a poniente de la portada de acceso. "PETRU-S
ME-FECI-T".
Con una epigrafía
mucho más lineal y menos elaborada, encontramos en la jamba este
de la portada de Yermo (Cantabria) una inscripción que no solo alude
al maestro de la obra, sino que aporta datos de sumo interés como
es la fecha en que plasmó su firma. Bajo estas
líneas podemos apreciarla a lo largo de dos sillares en 1203, sobre
todo en su intrados; pero extendiéndose al lado exterior cuando le
faltó espacio: "ERA MCCXLI - DE SANTA MARIA - ESTA
IGLESA - PETRO QUINTA - NA ME FECIT - PATER NOSTE -R POR SU ALMA" .
Es emblemática la
autoría de la portada de Santa María la Real de Sangüesa.
Y su maestro principal, que la edifica al modo de los templos del camino
de Santiago francés es Leodegarius, escultor borgoñón
activo en esta zona en el último tercio del siglo XII. Su firma se
halla en una de las columnas-estatua del lado oeste de la portada, bajo
la identificación de María Madre de Cristo. En el libro que
la Virgen lleva en sus manos se lee "MARIA - MATER - XPI
- LEODEGA - RIVS - ME FECIT".
Obras pues, firmadas por
sus autores, haciendo mención en ocasiones al templo o al elemento
del mismo que es firmado ya que no está claro del todo este punto.
¿Es el Maestro constructor del templo o solo de la portada aquél
a quien corresponde la firma?.
Un caso absolutamente excepcional
en el Arte Románico lo hallamos en el recóndito valle de la
Garcipollera, en la Jacetania oscense. Su iglesia dedicada a la Virgen de
Iguacel está perfectamente documentada en lo tocante a comitente
y su esposa, fecha, monarca reinante, advocación y por si ello fuera
poco, figuran los nombres del escultor y de quien la decoró con pintura.
Todo un lujo en piedra.
Todo ello gracias a diez
lápidas situadas bajo los canecillos del tejaroz epigrafiadas a lo
largo de dos líneas en las que se lee lo siguiente.
Línea superior:
"HEC EST PORTA DNI VNDE INGREDIVNTVR FIDELES IN DOMVM DN
QVE EST EGLESIA IN HONORE SANCTE MARIE FVNDATHA IVSSU SANZIONI COMITI EST
FABRICATA "
Línea inferior:
"VNA CVM SVA CONIVGE NOMINE VRRACCA IN ERA T CENTESIMA
X EST EXPLICITA REGNANTE SANZIO RADIMIRIZ IN ARAGONE QVI POSVIT PRO SVA
ANIMA IN HONORE SANCTE MARIA VILLARROSSA NOMINE VT DET DOMINVS REQVIEM EVM
AMEN"
En el lateral sur del cuerpo adelantado
de la portada, continuando las línea de lápidas epigrafiadas,
hay otras dos en la que asimismo en cuatro líneas superpuestas
se da cuenta de escultor y pintor de la misma. Bajo estas líneas
las muestro. Su transcripción:
" SCRIPTOR HARVM - LITTERARV(m)
N(om)I(n)E AZENAR - MAGISTER
HARV(m) PICTVRA - RV(m) N(om)I(n)E
GALINDO GARCES"
(El escritor de estas letras
de nombre Aznar - El maestro de estas pinturas de nombre Galindo Garcés)